Por KUKULKÁN
EN TAN SÓLO cinco meses, Mara Lezama Espinosa ha demostrado que está hecha para algo más que gobernadora de Quintana Roo y así la ven en el gabinete federal tanto por la estrecha relación de amistad como por el poder de influencia que ha logrado adquirir sobre el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien le da trato preferencial de alumna aplicada del Gobierno de la Cuarta Transformación por encima de otros gobernantes y funcionarios federales, por demostrar que sigue fielmente los pasos marcados por su maestro a quien admira por ser un político ‘humanista’ y ‘democrático’ que abrió las puertas del poder a las mujeres.
POR SEGUNDA ocasión consecutiva, la gobernadora fue invitada por López Obrador a la conferencia mañanera de los lunes para hablar de los beneficios que traerá el Tren Maya para el turismo y la población de los municipios del sur de Quintana Roo, abandonados durante los gobiernos neoliberales dedicados a saquear las arcas públicas afectando proyectos sociales que con los años vinieron a ensanchar las brechas de desigualdad social e incrementaron la incidencia delictiva que hoy padece dramáticamente la entidad.
DESDE esa tribuna nacional mostró su entrega al proyecto presidencial al enfatizar que en Quintana Roo se lleva a cabo la transformación de fondo con diversas acciones sociales que vienen a sumar a los planes del gobierno federal. Tanto en educación como en salud se refirió a la construcción o remodelación de escuelas y hospitales en marcha, particularmente en municipios como Felipe Carrillo Puerto, José María Morelos, Othón P. Blanco, Bacalar y Tulum. En materia de educación, anunció que se creará la carrera Técnico Ferroviario con el fin de que al arrancar el Tren Maya ya exista la fuerza laboral joven que estará a cargo de la operación y mantenimiento de la infraestructura ferroviaria.
Y APROVECHÓ para hablar del nuevo Acuerdo por el Desarrollo y Bienestar de Quintana Roo sostenido con los diferentes sectores sociales del estado para que los beneficios económicos y materiales obtenidos en la preponderante actividad turística, se distribuyan equitativamente con los trabajadores a través de salarios dignos, prestaciones de ley y apoyos para que sus familias puedan salir adelante, alejados de las tentaciones de la delincuencia organizada. Aunque su trayectoria política empezó hace una década, Mara Lezama le ha sabido sacar jugo a su larga experiencia de comunicadora, al dominio del micrófono, para conjugarlos con el manejo de conceptos y significados de la narrativa ideológica presidencial, lo que ha sido apreciado y bien correspondido por el Inquilino de Palacio Nacional.
LA BUENA relación entre López Obrador y Mara Lezama se ha ido cultivando durante las periódicas visitas que cada quince días realiza el presidente al sureste mexicano para supervisar el avance de las obras del Tren Maya en los cinco estados que abarcan la ruta de mil 500 kilómetros de vías (Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo). La gobernadora se ha mimetizado del lopezobradorismo y en respuesta el mandatario federal ha descubierto en ella el potencial de contar un vocero nacional para seguir promoviendo su magna obra, sobre todo por tratarse de una mujer que aprende rápido y está dando sus primeros pasos en la palestra nacional sin titubeos ni tropiezos.
A NIVEL estatal, Mara Lezama ha demostrado al interior del gabinete estatal que la transformación va en serio y están prohibidos tanto corrupción como abusos por parte de algún colaborador. Y lo demostró en la última reunión de trabajo con el gabinete ampliado, donde regañó a algunos secretarios y directores por no presentar resultados en los primeros cinco meses de gestión. Entre los ajusticiados estuvieron la secretaria del Trabajo, Flor Ruiz Cosio porque llegó a la mesa sin resultados durante los primeros cinco meses de desempeño; la secretaria de Obras Públicas, Irazú Sarabia May quien no supo responder cuántas obras están en proceso en todo el estado o del director CAPA, Alberto Covarrubias Cortés que pretextó la urgencia de recoger a su hijo al colegio para no ser enjuiciado en público por su mal desempeño, lo que la gobernadora desaprobó con un desdén.
