Custodia del patrimonio

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  • Louise Noelle Gras Gas entró por la puerta grande de la arquitectura, pero pronto supo que lo suyo no era construir cosas.
EDUARDO SALAZAR ELIZONDO / AGENCIA REFORMA

MONTERREY, NL.- Louise Noelle Gras Gas entró por la puerta grande de la arquitectura, pero pronto supo que lo suyo no era construir cosas, sino desentrañar el cómo y porqué de las obras. Hoy, sus investigaciones como historiadora del arte son un referente.

Con frecuencia la llaman arquitecta, algo que la historiadora del arte Louise Noelle Gras Gras recibe como un halago.

El culpable de que hiciera de la arquitectura su campo de investigación tiene nombre y apellido: Mario Pani, quien la invitó a trabajar en la revista Arquitectura México en 1976. Al ser editora de la publicación junto con el hijo del arquitecto mexicano, ella pudo conocer y entrevistar a los principales exponentes de la disciplina en el país.

“Entré por la puerta grande de la arquitectura”, responde la historiadora, más conocida por su nombre de pila que por sus apellidos Gras Gas.

Nacida en 1944 en la capital del País, su familia emigró a México en el siglo 19 como tantas otras familias francesas del valle de Barcelonette, en los Alpes franceses.

Debido al gran valor dado por los barcelonnettes a la educación, sus abuelos nunca tuvieron duda alguna de que sus hijas lograrían la mayor instrucción posible.

Probó primero con la diplomacia en la Universidad de San Francisco, jesuita, pero desistió al cabo de un año, desencantada por su estrecho vínculo con la política; regresó a México y optó entonces por Historia del arte en la Universidad Iberoamericana.

Pese a su fuerte interés por la arquitectura, nunca consideró estudiar la carrera.

“Nunca sentí que yo era una persona que iba a construir cosas, siempre me interesó el hecho arquitectónico del pasado y lo que está sucediendo hoy en día me interesa muchísimo. Si un arquitecto me dice: ‘Vamos a ver una obra’, soy la más feliz trepada en los andamios”, asegura.

En esas visitas a las obras puede recoger el cómo y el porqué de una obra, en voz de los arquitectos. Dos invitaciones recientes fueron al Museo Diego Rivera Anahuacalli a propósito de la ampliación hecha por Mauricio Rocha Iturbide, y al Parque La Mexicana, al poniente de la ciudad, con Mario Schjetnan, un parque metropolitano al que la historiadora del arte se refiere como un ejemplo del uso eficiente del agua, ya que durante nueve meses al año se autoabastece con agua de lluvia o tratada.

“El hecho arquitectónico me parece que es algo fantástico, que es algo que si está bien hecho y los arquitectos a eso deben de abocarse: el bienestar de los usuarios puede ser desde un bienestar social o de una persona”.

EN DEFENSA DEL PATRIMONIO

De su interés por la arquitectura se desprende su preocupación por la conservación del patrimonio.

Louis Noelle está encargada de la defensa de Ciudad Universitaria, declarada Patrimonio Artístico del País e incluida en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO, al ocupar la secretaría técnica del Comité de Análisis para las Intervenciones Urbanas, Arquitectónicas y de las Ingenierías en CU y los campus de la UNAM.

“Tiene 70 años la Ciudad Universitaria, necesita mantenimiento, reparaciones, y es un patrimonio vivo, se usa todos los días por miles de alumnos, entonces es muy complicado cuidarla, mantenerla, pero es parte de mi trabajo”.

El campus central universitario ha enfrentado la amenaza de levantar un gran desarrollo inmobiliario, Be Grand Copilco, de dos torres de 23 niveles y una de 27 niveles. Pero en mayo de 2022, la Suprema Corte de Justicia de la Nación emitió una resolución que limitó “significativamente” esa construcción.

Es integrante de la Comisión Nacional de Patrimonio Artístico del INBAL, del Consejo de Monumentos Históricos Inmuebles del INAH, del ICOMOS mexicano y fundó con Sara Topelson la sección mexicana del organismo internacional Documentación y Conservación del Movimiento Moderno en Arquitectura (DOCOMOMO).

“Nos paramos en frente de una pirámide para defenderla, pero no de uno de estos edificios y creo que también debiéramos porque si nosotros no conservamos el patrimonio del siglo 20 nuestros nietos no lo van a conocer”, alerta.

REFERENTE EN INVESTIGACIÓN

Es autora de un libro señero al que con modestia se refiere como “bastante feíto”, pero que la editorial Trillas reedita con frecuencia: Arquitectos contemporáneos de México (1989), su primer proyecto de investigación, al que dedicó poco más de tres años, al ingresar en el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM.

Constituye una rica fuente de información sobre 65 arquitectos, cuando la mayoría todavía vivía, un libro “sin adjetivos”, elaborado para ser un “cuerpo de información fidedigna” para posteriores trabajos, suyos o de otros investigadores.

Mario Pani participó junto con Ricardo Legorreta y Teodoro González de León en el comité a cargo de la selección. Louise Noelle piensa ahora que otros arquitectos también debieron ser incluidos, pero en aquel momento la votación no les favoreció.

Sus investigaciones sobre arquitectos como Pani, Legorreta, Luis Barragán, Enrique del Moral, Vladimir Kaspé, Agustín Hernández son fuente primordial de consulta.

Aunque no deja de reconocer la originalidad de Barragán, el único mexicano ganador del Premio Pritzker, Louise Noelle ataja: “No sé si decir esto, pero a mí me parece que otros arquitectos como arquitectos son mucho mejores.”

“¿Cómo podemos comparar a un arquitecto (Barragán) que hizo un buen número de casas en Guadalajara, después unos edificios y algunas casas en México de inspiración lecorbusiana e hizo tan solo ocho casas después y una capilla con un arquitecto como Mario Pani que hizo todas las unidades habitacionales, que se dio a la tarea de entender qué necesitaba el mexicano para hacer unidades habitacionales?”, plantea la investigadora.

O con un Enrique del Moral que hizo hospitales y escuelas o Enrique Yáñez que armó “todo el sistema de construcción hospitalario” del IMSS y del ISSSTE, añade.

“Ellos son arquitectos en cuanto arquitectos de mayor alcance. Claro, Barragán es alguien de una sensibilidad muy particular que uno no puede dejar de decir ‘fantástico’, pero hay dimensiones. Claro, el que tuvo el premio Pritzker fue él, pero eso no siempre es la balanza de lo que es realmente”, matiza.

El acceso al archivo de Barragán (1902-1988) ha sido difícil porque obedecía a los “criterios subjetivos” de Federica Zanco, cabeza de la Fundación Barragán, establecida en 1996 en Suiza, como Louise Noelle denunció en uno de los debates alrededor de la exposición “Una carta siempre llega a su destino”, en el MUAC, cuya pieza central era un anillo de compromiso con un diamante hecho con 500 gramos de las cenizas del Pritzker mexicano.

Algo que estaría empezando a cambiar, según la investigadora. De acuerdo con el sitio de la fundación, a partir de 2022, el Archivo Barragán sería administrado por el Vitra Design Museum en las nuevas instalaciones del Vitra Campus en Weil am Rhein, Alemania.

Aunque para Louise Noelle, autora de Luis Barragán. Búsqueda y creatividad, su trabajo con el arquitecto jalisciense está ya concluido. Otras de sus publicaciones son Ricardo Legorreta. Tradición y modernidad, Mario Pani y Una ciudad imaginaria: arquitectura mexicana de los siglos XIX y XX, con Lourdes Cruz.

Por sus aportaciones a la investigación de la arquitectura moderna de México, Louise Noelle ha sido reconocida con el galardón a la Trayectoria Académica, en la décima edición de los Premios Noldi Schreck que entrega Glocal Design Magazine.

“Creo que si bien hacer una obra, y hacer una obra que tenga un reflejo y un uso y aceptación es importante para el cliente, el trabajo de estudio, de recopilación y de defensa creo que también amerita un premio y estoy muy contenta de que me tocara a mí”, dice la secretaria de la Academia de Artes.

El premio pretende visibilizar el trabajo de la escena arquitectónica que se hace desde México.

MELÓMANA Y LECTORA

Louise Noelle es una melómana asidua a las temporadas de la Orquesta Filarmónica de la UNAM y de la Sinfónica de Minería, así como una lectora de novela histórica de autores como Javier Moro y Elena Poniatowska.

Ahora mismo le espera la lectura de la segunda entrega de El amante polaco, de Elena Poniatowska, donde reconstruye la figura del último rey de Polonia, su antepasado, pasajes que la escritora intercala con episodios de su propia vida.

Disfrutó mucho El infinito en un junco, el ensayo de Irene Vallejo sobre la travesía del libro desde la antigüedad, alrededor del cual se ha conformado la “comunidad del junco”, con quienes aman los libros y la lectura.

Louise Noelle es lectora desde niña, un “ratón de biblioteca”.

Leía mucho, en francés, desde el Liceo Franco Mexicano donde estudió y cuya construcción pagaron los barcelonnettes, entre ellos, su padre.

La biblioteca era el espacio principal de la casa que Ricardo Legorreta, un entrañable amigo, pensó en construir a petición de la propia Louise Noelle. “Me dijo, te voy a hacer la casa que planeé para mí donde la biblioteca está en el centro”. No pudo ser porque no consiguieron el terreno.

“Mucha gente cree que soy arquitecta y siempre digo ‘no lo soy’ pero lo considero un honor que me digan arquitecta porque he dedicado mi vida a estudiar la arquitectura”, remata.