- Se concretó la liberación de Manolín, quien ya es libre y regresó al rancho en donde nació para garantizar su protección.
STAFF / LUCES DEL SIGLO
ACAPULCO, GUERRERO.- El estado de Guerrero se alza como un defensor de criaturas indefensas. Primero, al vincular a proceso a Francisco N., por la muerte del perrito callejero “Stich”, que falleció tras recibir una brutal golpiza el pasado 1 de mayo en Chilpancingo. Hoy, por la liberación de Manolín, el emblemático burro de La Roqueta, quien ya es libre y regresó al rancho en donde nació para garantizar su protección.
En Acapulco, durante dos años, el burro Manolín fue explotado en la Isla Roqueta, posando para fotos y forzado a consumir cerveza en un intento de entretenimiento mal encausado.
Sin embargo, las autoridades del Consejo de Bienestar Animal en Guerrero establecieron un plazo de 48 horas para presentar un protocolo, determinando responsables, método de traslado y resguardo.
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Originalmente, la presencia de estos animales en La Roqueta era utilizada para transportar el diésel necesario para el faro nocturno en la playa. A medida que los burros fueron eliminados, Manolín se convirtió en atracción turística, pero esta vez, su destino es diferente.
La Asociación Pro-Defensa y Conservación de la Isla Roqueta, con el liderazgo de la ambientalista Robin Sidney Gordon, decidió sobreponer el bienestar animal ante intereses económicos para asegurar el cuidado del animalito.
A través de un acuerdo, logrado con el apoyo de la gobernadora Evelyn Salgado Pineda, Manolín ha dejado la Isla Roqueta y regresado a su lugar de origen, priorizando su seguridad y el equilibrio del ecosistema insular.
En sus redes sociales, la mandataria escribió que la salida de Manolín es un paso trascendental en la protección y bienestar animal, y reconoció a los integrantes de la Asociación Pro-defensa, por su disposición al diálogo para llegar a acuerdos.
Guerrero ha demostrado con firmeza que la salvaguardia de sus habitantes más vulnerables es una base esencial para una coexistencia armoniosa y una sociedad ética y responsable.
Este gesto no sólo asegura el bienestar de “Manolín”, sino que también establece un ejemplo inspirador para futuras generaciones, transmitiendo el mensaje de que el respeto hacia todas las formas de vida es la esencia misma de una comunidad empática y progresista.
Al tomar medidas audaces para garantizar que ningún ser vivo sea explotado ni maltratado, Guerrero traza un camino que invita a otros estados a adoptar una perspectiva compasiva y un enfoque colectivo hacia la protección y el cuidado de todos los seres que comparten nuestro planeta.
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