Conoció Alberto Peláez sufrimiento sin límite

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Conoció Alberto Peláez sufrimiento sin límite
  • Alberto Peláez está en plenitud física e intelectual y espera tener muchos años por delante y con muchos proyectos laborales.
MARCO ANTONIO BARRERA

CANCÚN, Q. ROO.- Con una trayectoria periodística de 45 años en la profesión “más bella del mundo”, Alberto Peláez asegura que como corresponsal de 20 guerras conoció de cerca el drama humano y que el sufrimiento no tiene límites.

A sus 59 años de edad asegura que nunca quiso ser protagonista sino un testigo de la historia, y fue un privilegio ayudar a escribirla, desde la primera fila para ver el sufrimiento de las personas.

“Eso te privilegia muchísimo. Aquí no hay protagonistas, pero sí tiene que haber muchos testigos, que son muy pocos, entonces para mí siempre fue muy importante cubrir cada una de las guerras”.

En una introspectiva asegura que es buena gente, lo fue siempre desde niño, aunque la labor reporteril de los conflictos bélicos “a mí me ayudó a ser mejor persona. Alberto Peláez no sería el mismo si no hubiera pasado por las guerras que pasó”.

Los conflictos bélicos le ayudaron a conocer mejor el lenguaje de la humildad y la sencillez, a pesar que que eso lo aprendió desde su hogar, de su padre, que fue humilde, sencillo e interesado en la cultura. “Yo intenté emularle, pero a través de la guerra siempre te sedimenta más como ser humano”.

Las guerras que presenció siempre lo marcaron, reconoce, pero recuerda especialmente las de la antigua Yugoslavia, a donde desde los 27 años de edad fue y volvió una y otra vez, hasta sumar ocho veces.

Aunque también recuerda otras, no menos crueles, “quizá por lo peligroso, por lo duro y triste, y desde luego por un punto de vista humano, tal vez Somalia y Ruanda”.

En cada una dio un testimonio televisivo, pero la siguiente, encontró situaciones que los sorprendieron todavía más, “siempre te sorprende todo”.

Ante Luces del Siglo menciona que en cada conflicto brotó su capacidad de sorpresa, su intuición de las cosas y su sensibilidad ante el dolor humano.

“Si no lo sintiera yo no podría ser periodista. El día que deje uno la capacidad de sorpresa, malo, dedícate a otra cosa”.

La cobertura periodística de Alberto Peláez la hizo desde que era una persona joven, algunas veces apareció en la pantalla de televisión siendo casi un niño, aunque también otras se le vio mayor, como hasta hace poco que volvió a cubrir las guerras.

El recuerdo es el mismo. “El drama humano porque ahí está exacerbado, te das cuenta que crees que ya no hay mayor sufrimiento y siempre hay algo más dentro de esa falta de límites que hay en las guerras”. 

¿Valió la pena reportar lo peor de la condición humana?, se le pregunta.

“Pero mucha pena, yo he llorado muchísimas veces. Yo siempre he sido muy llorón, pero en las guerras era mucho más, y además que bueno que lo soy, y que bueno, yo me alegro que a mí me cimbran las cosas, me motivan esas cosas y me conmueven esas cosas, porque sin tener esa motivación, sin conmover, uno deja de ser periodista”.

La misma actividad le ayudó igualmente a conocerse y entenderse más y entender mejor a la gente, el balance de su trabajo fue muy productivo.

“Al final yo soy de los pocos que pueden decir que he hecho lo que siempre he querido, que me gusta. Esta es una profesión deliciosa que yo no podría hacer otra, seguramente, esta profesión la he ejercido de una manera plena”.

Pero insiste que con todo lo vivido se sigue sorprendiendo ante situaciones y escenarios, lo cual anticipa nunca se terminará.

“Los periodistas, tenemos un don como tú y yo, y es que nos siguen sorprendiendo las cosas. Han pasado 45 años desde que me dedico, aunque sea indirectamente al periodismo, y a mí no dejan de sorprenderme las cosas”.

Cuando camina por su ciudad Madrid en España, observa sitios bellos, los cuales no había visto y se sigue sorprendiendo, como también lo hace cuando observa a un niño en la calle y se conmueve.

“El día que no me conmueva, el día que a mí no me sorprenda algo dejaré de ser periodista, pero afortunadamente eso no va a pasar”. El periodismo le ha ayudado a conocerse y entenderse más a sí mismo y a la gente, insiste.

Hace una pausa para referirse a la guerra más reciente, entre el gobierno encabezado por el primer ministro Benjamín Netanyahu y el grupo terrorista Hamás, del cual asegura que los palestinos e israelíes son los que han pagado el mayor precio.

Ante un nuevo escenario de vida o una posibilidad de volver a comenzar de nuevo en el periodismo, dice que quizá le habría gustado explorar otras fuentes de información, pero recuerda que a su paso por Televisa cubrió otras más.

Fue reportero de temas sociales, económicos y políticos, de todo, hasta deportes. “He practicado la entrevista, el reportaje, los documentales, los artículos de opinión. Soy un periodista muy completo, muy versátil”.

Su balance de “toda una vida”, reconoce, ha sido muy productivo. “Al final yo soy de los pocos que pueden decir que he hecho lo que siempre he querido, que me gusta. Esta es una profesión deliciosa que yo no podría hacer otra, seguramente, otra profesión ejercerá como esta porque la he ejercido de una manera plena”.

Alberto Peláez está en plenitud física e intelectual y espera tener muchos años por delante y con muchos proyectos laborales. Actualmente es titular del espacio informativo del mediodía “Informe 24. Todo el día en la noticia” del Grupo Radiorama Comunicaciones.

Igualmente presenta la serie de entrevistas con famosos y personalidades de México y el mundo en el programa “En la cama con”, que transmite por su canal de YouTube.

Además, imparte conferencias, como “¿De qué te quejas?” como la dictada en el teatro de Cancún el jueves pasado. En el tintero espera otros proyectos que saldrán pronto al aire.

Otra faceta es ser escrito, como “Corresponsal en Yugoslavia: Crónicas desde el infierno”, que aporta testimonios y vivencias desde el lugar de los hechos, la novela “El olvido de la memoria” en la que refleja su paso por las guerras o la compilación de ensayos “México, una mirada”, pero descarta publicar sus memorias.

“Eso de publicar sus memorias es algo como con mucho boato (lucimiento y manifestación de grandeza), yo soy una persona muy normal, no sé si hubiera alguien que tenga interés en saber de mis memorias. Mis memorias están en la descendencia de mis hijos, que hagan un buen trabajo”.

Alberto Peláez muestra en la muñeca derecha dos banderas, de España y México. De la primera dice que se debe amar a su tierra, donde uno nace, “yo amo profundamente a España y a Madrid, a mi país y a mi ciudad, y amo mi tierra y amo mi sangre, porque de ahí son mis padres, mi padre está enterrado en Madrid, y por encima de todo amo a España”.

Pero, agrega, también uno debe amar de donde ha comido, se ha desarrollado y ha tenido hijos. “Mis hijos son mexicanos, tienen sangre mexicana. Por supuesto que amo a este país”,

La primera vez que vino a México tenía 10 años, hace 49 años, y se le abrieron las puertas, fue muy generoso. “Me dio unos hijos, me dio una mujer, me dio un trabajo, me dio el poder desarrollarme. ¿Cómo no voy a amar a México?… Amo a este país y uno tiene que agradecer y estoy profundamente agradecido. Yo amo tanto a México como a España, y amo a España como a México. Lo único es que no tengo pasaporte mexicano, pero lo tengo aquí en el corazón”.

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