Por KUKULKÁN
LA MAYOR paradoja de la senadora Marybel Villegas Canche a estas alturas del partido es que el pleno de la Cámara alta la haya designado como presidenta de la Comisión de Comunicaciones y Transportes cuando en las lides de la política se ha dedicado a ignorar señales, a no respetar reglas y a poner muros en vez de tender puentes con las diferentes corrientes internas de Morena para trabajar en el objetivo común de consolidar el movimiento de la Cuarta Transformación en todo el país. Anteponiendo siempre sus intereses personales ha buscado por todos los medios y partidos políticos convertirse en candidata a la presidencia municipal de Benito Juárez, el sueño del que ha sido despertada una y otra vez por la cruda realidad.
EL PRÓXIMO proceso electoral representa para Marybel la última oportunidad de pelear la silla municipal de Cancún ante el inminente relevo generacional de la clase política estatal, así como la resistencia del morenismo quintanarroense para impulsarla como la próxima candidata. Urgida de reflectores para no ser invisibilizada por la encuesta que por estas fechas aplica la dirigencia nacional morenista en territorio peninsular, a fin de elegir a su candidata o candidato para la presidencia municipal de Benito Juárez, Marybel busca volcar al electorado a su favor, pero sólo logra genera más expectativa que convicción entre el grueso de los quintanarroenses.
INCLUSIVE entre sus correligionarios hay quienes aseguran que son ‘pura percepción’ ( e ‘ilusión’) las cifras sobre las preferencias electorales a su favor calculadas por el equipo cercano de la legisladora; consideran que el contacto con la sociedad lo lleva sólo a nivel de líderes de seccionales y colonias, no con el pueblo, visita de casa en casa. Para subsanar ese distanciamiento Marybel se ha dedicado al altruismo encabezando una fundación de ayuda visual que ofrece lentes y cirugías para habitantes de las zonas más vulnerables del municipio. Simplemente no engancha y a ello contribuye su estilo sectario de hacer política: ‘si no soy yo, no es nadie”, una extremista del ‘todo o nada’ como la califican quienes han coincidido en su sinuosa trayectoria política.
POR ESO más que un reconocimiento a su labor como legisladora, su nombramiento pareciera un premio de consolación luego de dos intentos frustrados por conquistar la presidencia de la Junta de Coordinación Política del Senado. La historia política de Cancún ha mostrado una y otra vez que, así como de pronto los cancunenses encumbran líderes poderosos también muy pronto los mandan al ostracismo, sobre todo cuando defraudan a la gente. Sobran los ejemplos, ahí están Juan Ignacio García ‘Chacho’ Zalvidea y Gregorio Sánchez Martínez quienes en su momento fueron un fenómeno electoral y terminaron con procesos penales encima y ambos en prisión. Ni quien se acuerde de ellos. Marybel no es hoy un fenómeno electoral, no está en el ánimo de la generalidad y en su horizonte político se ve más pasado que futuro.
EL AMBIENTE que se respira en Cancún es de generalizada hostilidad social, producto de la alta tasa de inmigración de habitantes no sólo de las demás entidades del país sino de 120 nacionalidades del mundo que solos en la cotidianidad no han logrado articular elementos de identidad común precisamente por la multidiversidad cultural para armonizar la convivencia social, además de que poco han hecho los anteriores gobiernos para organizarlos en torno no sólo a los próceres peninsulares históricos sino de los casos de éxito actuales cuya labor está poniendo en alto el nombre de esta metrópoli turística. La diversidad ciudadana, así como la fluctuante migración de personas para trabajo temporal, que no echa raíces ni cuenta con su credencial del INE y cuando sí la tienen tampoco son garantía de que acudirán a votar (les sirve sólo para trámites oficiales), lo que mantiene en constante fluctuación las cifras reales de votantes cada elección a pesar del padrón. Bajo este escenario social, quien diga que arrastra multitudes quizás está teniendo un sueño muy hermoso del que no tarda en despertar.
