NIDO DE VÍBORAS

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Por KUKULKÁN

EN UN MÉXICO donde las diferencias políticas se debaten más en los medios digitales que en los campos de batalla, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha destacado la transición hacia un escenario donde los argumentos y programas de gobierno toman el lugar de las balas. Sin embargo, este discurso presidencial no ha hecho más que exponer la profunda división y crispación que existe en la sociedad mexicana, una realidad que siempre ha estado presente pero que ahora se manifiesta con más fuerza gracias a las redes sociales y la evolución digital.

EL CAMBIO en la forma en que se comunica y se participa en el debate público es innegable. De los medios de información tradicionales, que solían transmitir noticias de forma unidireccional —de arriba hacia abajo y sin posibilidad de respuesta—, hemos avanzado hacia una era de apertura y horizontalidad en la comunicación. Todos, literalmente con un teléfono celular en mano, pueden opinar y expresarse en tiempo real a través de las redes sociales sobre cualquier tema que esté circulando en el ciberespacio.

EN MEDIO de este ecosistema informativo, el presidente ha dejado en claro que la confrontación es entre dos proyectos de nación, y la sociedad, mayoritariamente, sigue apoyando al líder moral del movimiento de la Cuarta Transformación, mientras Claudia Sheinbaum, quien podría convertirse en la primera presidenta de la república, parece ser la favorita para repetir otros seis años en el poder. Ello, no obstante que los adversarios del presidente han lanzado una campaña mediática de desprestigio en su contra y en contra de su familia, proyectos y programas sociales, tácticas que a menudo rayan en la mentira y la calumnia. El presidente, por su parte, ha encontrado en las conferencias mañaneras una plataforma para defenderse de los ataques y desmentir las falsedades.

AJENOS a esta confrontación de ideologías, la mayoría de los mexicanos esperan que sus autoridades de los tres niveles de gobierno (municipal, estatal y federal), independientemente de su filiación partidista, se pusieran de acuerdo para trabajar por el bienestar de los gobernados en vez de pelearse el poder como botín sexenal. Es importante señalar que la oposición en México no ha logrado erosionar la popularidad del presidente porque han optado por una crítica vulgar en lugar de presentar propuestas sólidas de gobierno. Hasta el momento, carecen de un proyecto alternativo de nación que pueda hacer sombra a la Cuarta Transformación.

AUNQUE ya tienen como candidata presidencial a Xóchitl Gálvez —vendida a los electores con un forzado perfil de mujer pueblerina que desde su niñez se esforzó vendiendo gelatinas para salir adelante, tener éxito, fama y dinero—, la oposición enfrenta una serie de desafíos y retos. El PRI, el PRD y el PAN, quienes pretenden arrebatarle el triunfo a Morena en las elecciones presidenciales de 2024, deben replantear sus estrategias y encontrar una voz unificada que conecte con el electorado. La debilidad de estos partidos se ha vuelto evidente, y sólo mediante una propuesta sólida y una comunicación efectiva podrán aspirar a un cambio en el liderazgo político del país.

SIN DUDA, México se encuentra en un momento crucial de su historia política, donde la comunicación digital y la participación ciudadana son elementos clave. La oposición tiene el desafío de presentar un proyecto convincente y superar las divisiones internas si desean competir con éxito en las elecciones de 2024. El calendario y el reloj electoral van en su contra.

@Nido_DeViboras