NIDO DE VÍBORAS

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Por KUKULKÁN

SIN DUDA, el proceso electoral de 2024 en México se presenta como un desafío crucial para la democracia en nuestro país. El Instituto Nacional Electoral tiene ante sí la tarea de convencer a los electores de participar activamente en las elecciones del domingo 2 de junio, con el objetivo de superar la histórica tasa de abstencionismo que en tres décadas de existencia como árbitro electoral lo más que ha alcanzado motivar es una participación ciudadana del 77.2 % durante la elección presidencial de 1994, pero a partir de ahí los niveles han ido en picada; en 2000 cayó en 64.0 %; en 2006 al 58.6%; en 2012 a 63.1%; y en 2018 el 63.2%, cifra a superarse en 2024.

EN 1990 comenzó el proceso de ciudanización del órgano responsable de los procesos electorales en el país, pero fue hasta 1997 cuando operó como tal y dio como resultado la pérdida de la mayoría absoluta del entonces partido único, el PRI, en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión. Sin embargo, en cuanto al nivel de participación hubo un retroceso: de un padrón de 52 millones 945 mil 654 electores sólo votaron 30 millones 534 mil 312; el 57.67% y una abstención del 42.33%. La participación ciudadana es esencial para garantizar la legitimidad del proceso electoral y la representación adecuada de la voluntad del pueblo.

DESPUÉS de tres décadas el INE tiene el reto de motivar al 100% de la población con credencial para cumplir con su derecho, pero además con su obligación de acudir a las urnas a elegir a sus autoridades, más allá de los intereses políticos de quienes integran el organismo. No sólo se trata de informar sobre la importancia del voto sino de implementar una campaña más seductora que apele a las emociones y necesidades de los ciudadanos, utilizando técnicas de persuasión como el modelo AIDA (Atención, Interés, Deseo y Acción), por ejemplo.

OBLIGADO a superar la crisis de credibilidad y confianza que arrastra al verse envuelto en los conflictos de intereses partidistas que fluyen y confluyen en su interior, el INE debe hacer algo por destacar la relevancia del voto ciudadano en la construcción del futuro de México, a la vez de mostrar ejemplos concretos de cómo el poder del voto ha impactado positivamente en el país, eso ayudaría a despertar el interés de los ciudadanos; además, es crucial inyectar el deseo de participar activamente en el proceso electoral, resaltando que cada voto cuenta y puede marcar la diferencia.

EN TODO este proceso de vencer al abstencionismo, los partidos políticos juegan un papel importante pero desafortunadamente la mayoría, sino es que todos, gozan del descrédito social. Es innegable que las alianzas entre distintas corrientes ideológicas han generado escepticismo y desconfianza en la población. Los ciudadanos observan con recelo cómo partidos que anteriormente se oponían ferozmente ahora se unen, aparentemente sacrificando sus ideales y principios en busca del ‘bien común’ (es decir del poder), generando una sensación de traición y oportunismo.

LOS PARTIDOS políticos deben entender que su credibilidad está en juego. Si desean recuperar la confianza de la ciudadanía, están obligados a ser transparentes en sus motivaciones y demostrar un compromiso genuino con el bienestar del país. Las alianzas no pueden seguirse viendo como una maniobra táctica, sino como un esfuerzo sincero por construir consensos y soluciones para los desafíos que enfrentamos como sociedad. En síntesis, el proceso electoral de 2024 en México plantea retos significativos, desde la movilización de los electores hasta la credibilidad de los partidos políticos para superar los desafíos que le deparan.

@Nido_DeViboras