NIDO DE VÍBORAS

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Por KUKULKÁN

EN EL TORTUOSO camino hacia la contienda electoral, México se encuentra inmerso en un torbellino de luchas de poder que han transformado el noble arte del periodismo en un campo de batalla. La guerra sucia, esa estrategia tan arraigada en las tácticas políticas, ha escalado a niveles sin precedentes, con la derecha mexicana en un afán desesperado por recuperar sus privilegios perdidos, lanzando acusaciones sin fundamento y difamaciones que buscan socavar la integridad de sus adversarios. Esta batalla no sólo se libra en los mítines y las plazas públicas, sino también en las páginas y pantallas que deberían ser bastiones de la verdad y el rigor periodístico.

BAJO este escenario, la acusación de que la campaña presidencial de Andrés Manuel López Obrador en 2006 fue financiada por el narcotráfico representa un punto álgido en esta confrontación ideológica. Sin pruebas y abandonando la rigurosidad que debería caracterizar al periodismo de investigación, sectores de la derecha y sus aliados en los medios de comunicación han propagado esta falsedad, involucrando incluso a periodistas internacionales en este conflicto entre defensores del capitalismo y proponentes de un cambio socialista.

LA SUBIDA al ring de Tim Golden, un periodista estadounidense reconocido por sus investigaciones, y su reportaje sobre una supuesta conexión de AMLO con el narcotráfico, basado en filtraciones en lugar de una investigación sólida, destaca cómo los medios pueden ser manipulados en favor de agendas políticas y de intereses económicos. Esta narrativa, que carece de efecto social significativo, revela tanto la desesperación de una oposición en desventaja, como la intromisión de agencias extranjeras en el debate político mexicano, una práctica que dista mucho de los estándares éticos periodísticos.

EN MEDIO de este estruendoso panorama, resalta un episodio que encarna la tensión entre la demanda de pruebas concretas y la difusión de acusaciones infundadas. El presidente López Obrador, solicitó tanto al periodista como al medio presentar evidencias que sustenten sus afirmaciones. La respuesta obtenida fue un muro de silencio, justificado por una supuesta prohibición de la DEA de revelar sus fuentes, poniendo de manifiesto la delicada línea que a menudo se cruza en el periodismo entre la protección de fuentes y la verificación de la información.

PERO este llamado a la rendición de cuentas no quedó sin eco en el escenario internacional. El propio gobierno de Estados Unidos intervino para aclarar que no existe tal investigación en contra de AMLO, y que el expediente mencionado había sido descartado hace más de 18 años por falta de pruebas. Este giro en los acontecimientos subraya la importancia de la rigurosidad y la ética periodística, principios que parecen haber sido olvidados por aquellos que buscan influir en la opinión pública y el curso político a través de la difusión de rumores y acusaciones sin fundamento.

MIENTRAS tanto, la voz del pueblo mexicano resuena con una nota diferente. Por primera vez, se sienten vistos y escuchados por un gobierno que coloca al ser humano en el centro de sus políticas, marcando un despertar en la conciencia social y la participación política activa. En la memoria colectiva permanecen aún frescos los recuerdos sobre los abusos que por tanto tiempo cometieron los gobiernos del PRI y del PAN, donde beneficios y privilegios eran para unos cuantos; una herida abierta en el corazón de México que no se borra fácilmente. Estas cicatrices, producto de décadas de exclusión de las poblaciones más alejadas y el saqueo a manos llenas de las arcas públicas, han encontrado en la administración de la Cuarta Transformación una esperanza de cambio, pese a la resistencia feroz de aquellos acostumbrados a detentar el poder.

@Nido_DeViboras