NIDO DE VÍBORAS

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Por KUKULKÁN

EN COZUMEL, esa joya caribeña donde el drama suele limitarse a la ocasión perdida de un bronceado perfecto, las aguas se han agitado con un fervor poco común. No, no hablamos de un repentino huracán ni de una invasión de sargazo más tenaz de lo habitual. La isla, conocida por sus aguas cristalinas y su pacífica cotidianidad, se ha visto envuelta en una trama digna de una telenovela política de bajo presupuesto, con un giro argumental tan predecible que hasta el guionista más novato lo habría descartado por obvio.

AQUÍ ESTAMOS, observando cómo la Mesa Ciudadana de Seguridad y Justicia de Quintana Roo, A.C., se lanza al ruedo con comunicados que más bien parecen querer apaciguar las aguas turbias de un mar embravecido por el último escándalo mediático. Un operativo a gran escala, nos dicen, para recuperar la tranquilidad perdida. ¿Y cuál es el telón de fondo de este espectáculo? Nada menos que el derrumbe de las aspiraciones políticas del priista Pedro Joaquín, que, como un castillo de naipes ante el primer soplo de viento, se vino abajo en las encuestas. Qué conveniente, ¿no?

¡OH!, PERO no termina ahí. En un intento por pintar un cuadro de unidad y fuerza, se nos informa de las heroicas hazañas de la Fiscalía en conjunción con las Fuerzas Federales y del Estado, todo ello aderezado con una coordinación de la SSP del municipio digna de una medalla olímpica. El mensaje es claro: “Mirad, plebeyos, cómo protegemos vuestro sueño caribeño de la anarquía”. Pero, ¿realmente alguien compra este guion? Mientras tanto, en un giro digno de una película de suspense de serie B, nos advierten de los peligros de la desinformación proveniente de “fuentes no oficiales”. ¡Ah!, la ironía. En tiempos donde la información vuela libre y la verdad se convierte en una mercancía más, resulta cómico —si no fuera trágico— que se nos pida ciegamente confiar en la información difundida por las redes sociales como si fuera el evangelio.

Y PARA subirle de volumen al escándalo mediático, la cereza en el pastel: la invitación a la población a tomar las riendas de la vigilancia, lo que sólo exacerbó la paranoia colectiva. ¿Acaso hemos inaugurado una temporada de cacería de brujas, donde el vecino se convierte en el espía de turno? ‘Denuncien cualquier conducta sospechosa’, claman desde los altos mandos, confiando en que el buen juicio ciudadano no se convierta en paranoia colectiva. En el Nido de Víboras, donde nuestra mordacidad es tan afilada como nuestra pluma, no podemos más que observar con una mezcla de diversión y pesar cómo se despliega este espectáculo. Cozumel, con su historia de tranquilidad y belleza, merece mejor que ser el escenario de una farsa política que parece más interesada en la puesta en escena que en el bienestar real de sus habitantes. Pero, al fin y al cabo, ¿qué más podemos esperar en estos tiempos de política espectáculo, donde la realidad a menudo supera a la ficción?

@Nido_DeViboras