Cuando las mujeres bajaron a los hombres del caballo; crónica

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  • La diputada María del Refugio Camarena Jáuregui lanzó la propuesta que cambiaría el panorama del sector ganadero.
STAFF / LUCES DEL SIGLO

CIUDAD DE MÉXICO.- Al amanecer, cuando los primeros rayos del sol comienzan a bañar las extensas llanuras del sector ganadero mexicano, una revolución silenciosa se está gestando, no con estrépito ni alzando polvo, sino con la firme determinación y el inquebrantable espíritu de las mujeres que han decidido tomar las riendas de su destino.

Esta es la crónica de cómo, en un sector marcado por el olor a cuero y el eco de cascos contra la tierra, las mujeres finalmente han logrado bajar a los hombres del caballo, no sólo para compartir el ruedo, sino para liderar la danza de la igualdad y el empoderamiento.

En un mundo donde las botas y los sombreros han dictado durante mucho tiempo quién tiene voz y voto, la reciente reforma de la Ley de Organizaciones Ganaderas ha venido a cambiar el guion de la historia.

Como si se tratara de un rodeo donde las tradiciones se enfrentan a la necesidad de cambio, las mujeres han demostrado que no sólo pueden montar el caballo, sino que también pueden dirigir el rebaño hacia nuevos horizontes de igualdad y justicia.

La diputada María del Refugio Camarena Jáuregui, con la astucia de una experimentada vaquera, lanzó la propuesta que cambiaría para siempre el panorama del sector ganadero.

Su voz, firme como el golpe de un mazo en una subasta, resonó en la Cámara de Diputados, anunciando el comienzo de una nueva era. La reforma fue aprobada por unanimidad, un raro momento de acuerdo que demostró que cuando se trata de equidad, no hay espacio para el disenso.

Y así, con el cambio en la ley, las mujeres ganaderas comenzaron a bajar a los hombres del caballo, no de forma literal, sino desmontando las antiguas estructuras de poder que habían limitado su participación y reconocimiento. Esta no era una batalla de fuerza, sino de derechos y oportunidades, una lucha por cambiar la percepción de que solo los hombres podían liderar en el vasto y polvoriento ruedo de la ganadería.

Imaginemos, por un momento, el asombro de aquellos vaqueros, testigos del momento en que sus compañeras, con la misma habilidad para manejar el lazo y el conocimiento del terreno, comenzaron a ocupar posiciones de liderazgo, a tomar decisiones críticas y a ser reconocidas por sus méritos. La imagen de las mujeres bajando a los hombres del caballo simboliza una transformación profunda, una invitación a compartir el ruedo en igualdad de condiciones.

Este cambio, aunque celebrado en el papel y en los discursos, enfrenta el desafío de transcender las letras impresas y convertirse en una realidad palpable. La ironía de que las mujeres hayan tenido que ‘bajar a los hombres del caballo’ para ser vistas y escuchadas subraya la resistencia a dejar atrás prácticas y creencias arraigadas. Sin embargo, la determinación y el coraje de estas mujeres no conocen de obstáculos insuperables.

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