NIDO DE VÍBORAS

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Por KUKULKÁN

EN EL ÚLTIMO capítulo de la saga legal que más parece una novela de Kafka en el Caribe, nos encontramos con el caso de Calizas Industriales del Carmen (Calica), rebautizada como Sac-Tun en un intento quizá de lavar su imagen o confundir a los espíritus de la selva maya. Este episodio nos sumerge en una trama donde el drama ambiental y la disputa legal se entrecruzan como los manglares que alguna vez florecieron en las tierras que Sac-Tun ahora reclama como suyas.

EL GIGANTE detrás de Calica, Vulcan Materials lanza su guantelete a la cara del gobierno mexicano, exigiendo nada menos que 1,900 millones de dólares por el atrevimiento de cerrar sus operaciones en Quintana Roo. El desafío no es menor: ¿quién se cree para parar el progreso (léase extracción desmedida) en nombre de unos cuantos árboles y aguas subterráneas?

EL TRIBUNAL de conciliación internacional, ese árbitro vestido de togas y legalidades que intenta poner orden en este partido, ha tenido la osadía de revisar in situ los presuntos daños causados por la extracción de piedra caliza. ¡Qué espectáculo! La Profepa, haciendo malabares con la legalidad, pide a Sac-Tun que presente testigos, como si estuviésemos en un episodio de una serie judicial de bajo presupuesto, mientras la empresa se queja de que se le trata injustamente, negándole incluso el derecho a pisar su propio terreno. ¡Oh, tragedia griega en tierras mayas!

EL PRESIDENTE Andrés Manuel López Obrador, en un movimiento que sorprendería incluso a los dioses del Olimpo, ordena personalmente revisar las operaciones de Sac-Tun, dando pie a este festín legal que parece no tener fin. La empresa, por su parte, no se queda atrás en este duelo de titanes, insistiendo en su derecho a devastar el ambiente bajo el estandarte de la propiedad legítima y, por supuesto, la sostenibilidad. Qué irónico giro del destino, ¿no?

PERO, ¿y qué hay del manglar, preguntan ustedes, queridos lectores? Ah, ese viejo amigo verde que una vez albergó vida en abundancia, ahora reducido a un punto de disputa en documentos legales y argumentos tan secos como la tierra que Sac-Tun ansía desgarrar. En este rincón del mundo, donde la naturaleza lucha por sobrevivir entre sellos de clausura y órdenes de inspección, Sac-Tun sigue en pie, desafiante, proclamando su inocencia y su compromiso con un México verde, en un tono que casi podrías jurar que es sincero… si no estuvieras tan ocupado esquivando las excavadoras.

EN ESTE laberinto de legalidades y vericuetos jurídicos, Sac-Tun se erige como un moderno David enfrentando a un Goliath burocrático, blandiendo demandas millonarias como hondas contra la intangible armadura de la legislación ambiental. Sin embargo, este David no lucha por la libertad de su pueblo, sino por el derecho a continuar su conquista de la tierra, excavando en las entrañas de la madre naturaleza en busca de su preciada caliza. El tribunal internacional, ese Coliseo donde se enfrentan los gladiadores de la era moderna, se convierte en el escenario de una batalla que rebasa las fronteras de lo jurídico para adentrarse en el terreno de lo ético y lo moral.

MIENTRAS tanto, la audiencia, compuesta por ciudadanos y activistas medioambientales, asiste atónita a este espectáculo, donde el verdadero costo del progreso se mide en términos de biodiversidad perdida y ecosistemas devastados. El canto de los pájaros y el murmullo de los arroyos quedan ahogados bajo el ruido de las máquinas y las estridentes proclamas de sostenibilidad de Sac-Tun.

ESTE escenario distópico se convierte en un recordatorio sombrío de que en la balanza de la justicia, el peso del oro a menudo inclina la balanza a favor de aquellos que pueden permitirse el lujo de argumentar su caso en los más altos foros internacionales. Sin embargo, en este Nido de Víboras, seguimos susurrando la verdad al viento, esperando que nuestras voces sean llevadas a oídos dispuestos a escuchar, y que finalmente, la razón y la justicia ambiental prevalezcan sobre la avaricia y la explotación.

@Nido_DeViboras