NIDO DE VÍBORAS

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Por KUKULKÁN

EN POLÍTICA, como en la vida, hay momentos que requieren un toque de humor y una pizca de ironía para ser soportables. La noche del 2 de junio fue uno de esos momentos, cuando la candidata Xóchitl Gálvez, con una sonrisa tan grande como sus falsas esperanzas, se apresuró a declarar su “victoria” en las elecciones presidenciales de México. Al hacerlo, nos brindó a todos un espectáculo digno de una tragicomedia shakespeariana.

MINUTOS más tarde, las primeras encuestas de salida comenzaron a dar datos claros y contundentes. Meba, Enkoll, Buendía y Márquez, así como Covarrubias y Asociados coincidían en un veredicto ineludible: Claudia Sheinbaum, con un margen abrumador, estaba destinada a ser la primera presidenta de México. Pero, con un guion digno de Hollywood, Xóchitl Gálvez había salido ante los medios para proclamarse vencedora, antes de esperar los datos oficiales del Instituto Nacional Electoral (INE) que, gota a gota, iban suministrando una realidad completamente distinta.

IMAGÍNESE el escenario apreciable lector: los reporteros expectantes, los flashes de las cámaras capturando cada segundo de su discurso, y Gálvez, desafiante ante los números, sosteniendo una narrativa que sólo ella y los líderes opositores que la encumbraron parecían creer. Era un acto de fe, o quizás de desesperación, que nos recuerda que en la política, la verdad a veces es lo primero que se sacrifica.

LOS NÚMEROS no mienten. Según Buendía y Márquez, Sheinbaum lideraba con un 56.06% frente a un 33% de Gálvez. Meba le otorgaba a Sheinbaum un impresionante 63.2% contra un 26.5% de Gálvez. Las cifras de Enkoll y Covarrubias y Asociados mantenían la misma tendencia, con Sheinbaum siempre a la cabeza. Gálvez, con un porcentaje que oscilaba entre el 26.5% y el 29.1%, estaba lejos de la victoria que proclamaba.

PERO la noche era joven y Gálvez, indómita, decidió que la mejor defensa era un buen ataque. Al declarar su triunfo, mostró una mezcla de audacia y negación que sólo podemos describir como una versión moderna de Don Quijote luchando contra molinos de viento. Sin embargo, al igual que el caballero de la triste figura, la realidad pronto la alcanzó.

LA DERROTA de Gálvez marca el final de su campaña, pero a la vez representa un golpe devastador para los partidos que la apoyaron en su aventura. El PRI y el PRD, antaño titanes de la política mexicana, enfrentan ahora un deterioro abismal, reflejado en la pérdida de gubernaturas y la disminución de su influencia. Morena, por otro lado, tentativamente consolidará su poder con siete de las nueve entidades en disputa, demostrando que el cambio de guardia en la política mexicana no es una simple transición, sino una transformación profunda.

SOBRE las próximas horas o días, Xóchitl Gálvez tendrá que enfrentar la dura realidad y reconocer públicamente su derrota. Será un momento amargo, pero también necesario. Al hacerlo, deberán admitir la verdad que todos ya conocían, recordándonos a todos la importancia de la honestidad en la política, aunque llegue tarde y forzada.

LA HISTORIA de esta elección se cierra con una lección clara: en la política, como en la vida, la verdad siempre prevalece, aunque algunos se esfuercen en negarla hasta el último momento. Y mientras Claudia Sheinbaum se prepara para asumir la presidencia, Gálvez quedará en la memoria como la candidata que, en una noche de junio, eligió soñar con molinos de viento.

@Nido_DeViboras