NIDO DE VÍBORAS

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Por KUKULKÁN

EN MÉXICO, el sistema educativo superior ha sido históricamente un reflejo de las desigualdades sociales y económicas, donde los jóvenes de comunidades indígenas y zonas marginadas enfrentaban una cruda realidad: para aspirar a una educación universitaria, debían abandonar su hogar, migrar a las grandes ciudades y luchar por un espacio en las universidades públicas. Este proceso, que para muchos significaba romper con sus raíces y enfrentarse a un entorno adverso, perpetuaba un sistema que excluía y discriminaba a aquellos que no contaban con los recursos para emprender tal aventura.

ESTE escenario comienza a cambiar con la implementación del programa federal “Universidades para el Bienestar Benito Juárez García, una iniciativa que, en esencia, reescribía el antiguo relato de que si la montaña no venía a ti, debías ir tú a la montaña. Ahora, la montaña, simbolizada por la educación superior, se acerca a las comunidades más necesitadas, brindando a los jóvenes la oportunidad de formarse profesionalmente sin abandonar su lugar de origen.

ENTIDAD con una significativa población indígena, Quintana Roo es un claro ejemplo de esta transformación. Aquí, se están estableciendo cinco nuevas sedes académicas permanentes en municipios como Lázaro Cárdenas, Solidaridad, Felipe Carrillo Puerto y Othón P. Blanco. Con una inversión de casi 90 millones de pesos, este proyecto no sólo lleva la educación a las puertas de las comunidades, sino que también empodera a los propios pueblos al involucrarlos en la administración y construcción de los planteles.

LOS PRIMEROS frutos de estos nuevos centros educativos ya comenzaron a verse, aunque todavía incipientes. Con una matrícula de 938 estudiantes y 33 docentes, las carreras que se ofrecen, como Patrimonio Histórico; Cultural y Natural; Ingeniería en Procesos Agroalimentarios; y Formación Docente en Educación Básica Bilingüe (Maya-Español), forman a profesionales pero también promueven la preservación y valorización de la cultura local.

EN LOCALIDADES como Kantunilkin y Chan Santa Cruz, los jóvenes que antes veían su futuro académico como un sueño lejano, ahora se preparan para convertirse en los líderes de sus comunidades. Esta nueva generación de estudiantes, hombres y mujeres por igual, comienza a vislumbrar un futuro en el que además de aportar al desarrollo de sus municipios seguramente también influirán en el ámbito estatal y nacional.

SI BIEN los resultados del programa aún son incipientes, el potencial de transformación asombra. Estos jóvenes universitarios están invirtiendo la lógica discursiva que durante décadas los marginó. Ya no son ellos quienes deben dejar su hogar en busca de un futuro mejor, sino que es la educación la que llega a ellos, ofreciendo herramientas y conocimientos que les permitirán ser los nuevos agentes de cambio en sus comunidades.

EL ESFUERZO federal es más que un programa educativo; es una apuesta por la justicia social y la igualdad de oportunidades. Las “Universidades para el Bienestar Benito Juárez García” están sentando las bases para un cambio profundo en la estructura social y económica de las regiones más olvidadas de México, con un enfoque que promete un futuro brillante para quienes históricamente han sido dejados atrás. Los jóvenes que hoy ocupan las aulas en estas comunidades, mañana serán los líderes que transformarán tanto sus municipios, como el propio rostro de un México más equitativo y justo.

@Nido_DeViboras