NIDO DE VÍBORAS

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Por KUKULKÁN

PAÍS de mil rostros, donde la tradición y la modernidad se entrelazan en un vals extraño y retorcido, México es testigo de cómo la relación entre los medios de comunicación y el poder ha evolucionado. El gobierno de la 4T, con su retórica de transformación y humanismo, ha puesto a los medios digitales en el centro del escenario, aunque la transformación de los medios todavía no ha empezado a ser más justa y equitativa como se pretende.

MIENTRAS los medios tradicionales —esos dinosaurios que siguen viendo el mundo en blanco y negro— claman por su antigua relevancia, los medios digitales han crecido en influencia, empujados en gran parte por las icónicas mañaneras de AMLO. Este espacio de transmisión matutina se ha convertido en el epicentro informativo, un terreno fértil para la narrativa presidencial y un campo de batalla para quienes intentan desacreditar al gobierno.

CON LA LLEGADA de Andrés Manuel, los medios tradicionales, aferrados a su dignidad herida, vieron cómo sus presupuestos para publicidad oficial fueron disminuyendo, cayeron sus suscriptores y se desvaneció su credibilidad, preguntándose cómo han pasado de ser los favoritos del salón de baile a los parias en la esquina. Pese a ello, siguen siendo los favorecidos de la publicidad oficial, tanto por gobiernos de oposición como grupos empresariales de la resistencia neoliberal. Los medios digitales emergentes, con su disfraz de imparciales, han recibido migajas de la generosa mesa del gobierno, mientras los veteranos del periodismo —esos que alguna vez movieron montañas— ven cómo el suelo se desmorona bajo sus pies.

LA EVOLUCIÓN digital no sólo exige piso parejo entre los medios sino trato igual, político pero principalmente económico, a través de una reforma legal que regule la nueva relación entre poder y medios. Al menos es lo que plantean los participantes en el encuentro de periodistas latinoamericanos ‘Informar es Liberar’, que el Presidente inaugurará el próximo viernes 30 de agosto durante la conferencia de prensa en Palacio Nacional. La derecha ha criticado este evento como la dulce ironía de quienes acusaban a los medios tradicionales de estar en el bolsillo del poder y que ahora se enfrentan a la tentación de bailar la misma melodía.

EL FUTURO inmediato nos presenta un escenario intrigante: la posible creación de una red latinoamericana de periodistas que promete nivelar el campo de juego. Una alianza que podría poner fin a las desigualdades en el trato que todavía sufren los medios digitales frente a los tradicionales. Pero, ¿realmente veremos una unión bajo reglas de igualdad, o simplemente otro club exclusivo donde unos pocos dictan las reglas mientras el resto baila al son que les toquen? Es una apuesta arriesgada, pero necesaria.

POR UN LADO, esta red tendría el potencial de desafiar la manipulación de la información a gran escala y crear un espacio donde la veracidad sea la única moneda aceptada. Pero, por otro, también podría convertirse en una nueva maquinaria de poder, donde la objetividad se sacrifica en el altar del interés común y la independencia se ahoga bajo el peso de la ideología. Al final, los medios —tradicionales y digitales— se encuentran en un punto de inflexión. El tango macabro entre poder y prensa sigue su curso, y el futuro es tan incierto como siempre.

LA RED que promete unidad y equidad podría ser nuestra salvación, o simplemente otra máscara para un viejo y conocido juego. Lo que es seguro es que, en este baile, la música seguirá tocando, y aquellos que no aprendan los nuevos pasos se quedarán atrás, observando desde la sombra cómo otros toman su lugar en la pista. Ante esta reflexión, la pregunta es: ¿estamos preparados para esta nueva coreografía, o simplemente nos resignaremos a repetir los viejos movimientos, con nuevos bailarines, en una pista que se sigue inclinando a favor de unos pocos? Tiempo al tiempo, porque en este salón de baile, el poder siempre lleva el compás.

@Nido_DeViboras