- Llegó la hora de medir compromisos y lealtades al interior de la Cuarta Transformación.
FELIPE VILLA
CIUDAD DE MÉXICO.- Una atmósfera de expectativa y algo de tensión rodeaba la reunión entre legisladores federales de la Cuarta Transformación y la presidenta Claudia Sheinbaum. Con una nutrida asistencia y la presencia de los altos mandos del grupo parlamentario, el encuentro celebrado en Palacio Nacional prometía ser más que una simple cortesía, avivando rumores sobre posibles definiciones políticas y directrices desde el Poder Ejecutivo.
Desde su llegada, el coordinador de los senadores de Morena, Adán Augusto López Hernández, se mostró hermético ante la prensa. Cuando finalmente ofreció declaraciones, el suspenso sólo aumentó: “Fue una reunión de agradecimiento, de compromiso político”, comentó. Con un tono que dejaba ver tanto la seriedad como el respaldo mutuo en el movimiento de la Cuarta Transformación, López Hernández resumió el encuentro como un “compromiso compartido” entre el Ejecutivo y el Legislativo.
Los temas tratados fueron sutilmente deslizados, sin mayores detalles, alimentando la expectativa de aquellos que esperaban escuchar algo sobre la relación con Estados Unidos o sobre las recientes polémicas en el nombramiento de la presidencia de la Comisión Nacional de Derechos Humanos. El senador aclaró que el encuentro no incluyó ningún tema específico, sino que fue un espacio para la presidenta de la República, quien buscaba reconocer el trabajo legislativo y la lealtad de sus correligionarios.
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La presencia de figuras como el senador y exgobernador Adán Augusto López y otros líderes parlamentarios fortalecía la imagen de unidad y coordinación dentro del movimiento, aunque su lenguaje era diplomático y hasta cauteloso ante cada pregunta. Cuando se le cuestionó sobre si había tensiones respecto al reciente nombramiento en la CNDH, López Hernández, casi con un toque de ironía, respondió: “Yo no sé a qué controversia se refieran”, y con esa declaración cerró el tema, reforzando la sensación de discreción y control en torno al encuentro.
La reunión concluyó sin anuncios espectaculares ni grandes declaraciones de proyectos, dejando más preguntas que respuestas. Al salir, los legisladores mantuvieron el mismo aire reservado, con breves comentarios que revelaban poco y sugerían mucho. Según López Hernández, fue un “momento para agradecer y comprometerse”, una frase que bien podría marcar la línea para el siguiente año legislativo, aunque dejando al auditorio a la expectativa de lo que realmente se dijo a puerta cerrada.
Así, mientras los legisladores se retiraban y la prensa intentaba descifrar entre líneas lo que podría traer el futuro para el movimiento, quedó claro que el mensaje fue uno de disciplina, unidad y, sobre todo, compromiso hacia la transformación que promueven tanto el Congreso como la presidenta Sheinbaum. La esencia de la reunión, más allá de lo explícito, parecía hablar de un rumbo claro y una línea de continuidad firme, aunque envuelta en el misterio de la política de alto nivel.
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