- Se alista un crecimiento de 387 departamentos turísticos nuevos en Cancún.
MARCO ANTONIO BARRERA
CANCÚN, Q. ROO.- Mientras Cancún continúa consolidándose como uno de los destinos turísticos más importantes del mundo, el anuncio de un nuevo complejo habitacional hotelero en la carretera Puerto Juárez-Punta Sam pone de manifiesto los retos que enfrenta la ciudad: un crecimiento acelerado en contraste con la saturación de servicios públicos como agua, drenaje y vialidades.
El proyecto, denominado “Incaribe”, propone la construcción de 387 departamentos distribuidos en tres torres de nueve niveles cada una, sobre un predio de 19,633.82 metros cuadrados. Con una proyección de siete años para su finalización, esta obra busca atender la creciente demanda turística de la región. Sin embargo, detrás de esta expansión se esconden viejos problemas que parecen no resolverse.
Más cuartos, más presión
Cancún, cuya oferta turística es mundialmente conocida, ha enfrentado por años una saturación en servicios públicos. Este desarrollo promete lujo y exclusividad para sus huéspedes, con departamentos equipados, albercas, áreas recreativas y un muelle para actividades acuáticas. No obstante, el proyecto también implica un proceso constructivo complejo que incluye pilotes que atravesarán el manto freático, una tarea que ya ha generado cuestionamientos sobre su impacto en los recursos hídricos y el ecosistema local.
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La Manifestación de Impacto Ambiental presentada ante la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) reconoce la existencia de 146 impactos ambientales relacionados con el proyecto, la mitad de ellos negativos. Aunque el documento asegura que se conservará el manglar y la conectividad hídrica, las dudas persisten.
El crecimiento de Cancún no muestra signos de desaceleración. Actualmente, los desarrollos inmobiliarios y hoteleros avanzan rápidamente para satisfacer la demanda de un turismo internacional que no deja de crecer. Sin embargo, este dinamismo contrasta con la insuficiencia de infraestructura básica para soportar estas expansiones.
El sistema de drenaje ya enfrenta dificultades para atender a la población actual, y el suministro de agua, aunque suficiente por ahora, podría ponerse en riesgo con proyectos que demanden una extracción intensiva. Las vialidades de la zona también representan un desafío, pues la carretera Puerto Juárez-Punta Sam ya experimenta un tráfico significativo debido a otros desarrollos cercanos y su conexión con las rutas hacia Isla Mujeres.
“Incaribe” promete experiencias exclusivas con áreas recreativas como albercas, terrazas, gimnasios y zonas lúdicas con realidad aumentada. Sus departamentos están diseñados para satisfacer tanto a familias como a viajeros solitarios, con modelos que incluyen balcones privados y acabados de alta gama.
Además, la última etapa del proyecto contempla un muelle tipo pasarela con pilotes de madera dura, que estará disponible para actividades recreativas y deportivas. Aunque estas características añaden valor al turismo de lujo, el impacto ambiental y social de estas edificaciones no pasa desapercibido.
Mientras los desarrolladores buscan maximizar las oportunidades que Cancún ofrece, la ciudad enfrenta la difícil tarea de equilibrar su crecimiento económico con la sostenibilidad. La falta de una planeación urbana integral y la presión sobre los servicios básicos han generado un entorno de contradicciones: mientras el turismo de élite se consolida, la calidad de vida de los habitantes locales se ve afectada por problemas de infraestructura y acceso a servicios esenciales.