Se arman de paciencia por un tamal en CDMX

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Se arman de paciencia por un tamal en CDMX
  • El Día de la Candelaria se volvió para cientos de personas en la CDMX una doble tradición: comer tamales y formarse durante horas para conseguirlos.
SELENE VELASCO / AGENCIA REFORMA

CIUDAD DE MÉXICO.- El Día de la Candelaria se volvió para cientos de personas en la CDMX una doble tradición: comer tamales y formarse durante horas para conseguirlos.

Como cada año, las filas afuera de la Tamalería Nativitas, en Benito Juárez, alcanzaban los 200 metros. Los 27 sabores, -desde tradicionales, como el verde y de mole, hasta especializados, como de chipilín y yucatecos- son un imán infalible.

Francisco de León visitó por primera vez el local que desde hace 26 años vende sólo para llevar.

Pasó más de siete horas formado y finalmente consiguió comprar 32 tamales para él y sus compañeros del trabajo.

Llegó desde las 7:00 horas y ya había más de 80 personas delante de él para comprar en cuanto el negocio abriera sus puertas, a las 8:30 horas. Sin embargo a las 11:00 horas le informaron a él y otra treintena de compradores que ya no había tamales.

No se rindió y volvió a las 14:00 horas para volver a formarse y fue el segundo en la fila que pudo adquirir los alimentos a las 17:00 horas, cuando la tamalería inició su turno vespertino.

“En la oficina hay otra persona que ya los comió y nos lo recomendó y me pidieron venir por ellos (…) y, bueno, pues acepté, pero les dije que dos intentos hacía y si no conseguía ni modo”, contó.

En la fila los clientes esperaban de pie, con asientos plegables que llevaban, con morrales, botes para pintura y cubetas. Incluso con bastones y bajo la lluvia que sorprendió ayer. Todos saben que hay que llevar paciencia de sobra.

Como Javier Ramos, quien junto con su familia acude desde hace 10 años desde Aragón para formarse por 25 piezas.

Lupita y Daniela Domínguez vieron por la mañana la fila de más de 120 personas y esperaron al segundo turno para comprar y volver a la Alcaldía Iztacalco.

Y Cinthia y Patricia viajaron desde Ciudad Deportiva para comprar 12 tamales, como cada año desde hace ocho.

Beatriz Gómez, una de las hermanas propietarias del negocio, reconoce que la Candelaria es una jornada extenuante, pero que deja satisfacciones.

“Nos preocupa, en cierta manera, no satisfacer a todo el cliente, porque no podemos almacenar el tamal, no congelamos, no usamos conservador, lo hacemos un día antes para tenerlo fresco”, comentó.

“Tenemos los clientes que siempre vienen y tenemos gente nueva que es lo más bonito”.

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