Por KUKULKÁN
SI ALGO caracteriza a la Cuarta Transformación es su prisa por arrancar de raíz todo vestigio de los tiempos neoliberales, como si el pasado reciente fuera un estigma que hay que exorcizar. Ahora, en el municipio de Solidaridad, en Quintana Roo, la alcaldesa Estefanía Mercado ha encontrado un nuevo símbolo del “viejo régimen” al que hay que darle el tiro de gracia: el propio nombre del municipio.
LA PROPUESTA es clara: decirle adiós a “Solidaridad” y abrazar oficialmente “Playa del Carmen”, un nombre que ya resuena en los oídos de turistas y empresarios mucho más que aquel legado del salinismo. Pero más allá del cambio de nomenclatura, la pregunta obligada es: ¿qué tanto tiene esto de sentido práctico y qué tanto de batalla ideológica?
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ESTE no sería el primer caso en la historia donde un gobierno decide jugar a la reescritura geográfica con la esperanza de borrar o reforzar ciertos pasajes históricos. Hasta Stalin hizo lo propio al bautizar a Tsaritsin como Stalingrado, para luego ver cómo Jruschov le quitaba su impronta y la convertía en Volgogrado. En África, Zaire dejó de existir para dar paso a la República Democrática del Congo cuando Mobutu Sese Seko cayó del poder. Y más cerca, la Ciudad de México perdió su icónico “DF” en aras de un nuevo modelo de gobernanza.
EL PROBLEMA es que un cambio de nombre rara vez es sólo un asunto de identidad. Casi siempre implica una carga económica y administrativa que los gobiernos suelen minimizar en sus discursos oficiales. Aquí, Estefanía Mercado asegura que nadie tendrá que gastar un peso por el trámite, que los documentos seguirán vigentes y que nadie tendrá que modificar su acta de nacimiento, INE o pasaporte. Suena bien, pero la experiencia dicta que siempre hay imprevistos. ¿De verdad ni un solo ciudadano tendrá que desembolsar dinero por ajustes legales o administrativos?
ES CURIOSO que la prisa por cambiar el nombre coincida con el sello ideológico de la Cuarta Transformación. “Solidaridad” fue el programa social estrella de Carlos Salinas de Gortari, el mismo que hoy es sinónimo del neoliberalismo que el obradorismo combate con fervor casi religioso. Para los actuales gobiernos de la 4T, mantener el nombre es como conservar una estatua de Hernán Cortés en el Zócalo. Y si la historia se ha de reescribir, hay que empezar por los símbolos.
SIN EMBARGO, hay que reconocer que la propuesta tiene su lógica desde el punto de vista del marketing territorial. Playa del Carmen es una marca con mucho más peso en la industria turística que Solidaridad. Si la idea es fortalecer la proyección internacional del destino, el cambio no suena descabellado. La pregunta es si realmente se trata de una estrategia de posicionamiento o de un acto simbólico más en la lucha contra el espectro neoliberal.
EL PROCESO de consulta ya está en marcha y ha reunido a cientos de ciudadanos en foros públicos. Según el Ayuntamiento, la respuesta ha sido entusiasta y la propuesta gana adeptos. Pero no todo es miel sobre hojuelas. Hay resistencias, como la del regidor de Movimiento Ciudadano, José Luis Toledo Medina, hijo del primer alcalde del municipio cuando Solidaridad nació en los años 90.
EL ÚLTIMO foro será el 13 de febrero, justo antes del Día del Amor y la Amistad. Quizá sea una coincidencia, pero hay algo poético en la idea de que Solidaridad podría recibir su despedida justo el día dedicado al afecto. O tal vez sea simplemente una ironía más en la larga tradición de cambios de nombre con trasfondo político.