Por KUKULKÁN
LA SUCESIÓN gubernamental en Quintana Roo llegó antes de tiempo, como turista ansioso que se planta en el aeropuerto tres horas antes del vuelo. Falta un mundo para que termine la administración de Mara Lezama, pero ya hay quienes están sacando la calculadora política y repartiendo puestos como si estuvieran en la cena de Navidad. Lo curioso es que, a pesar de la euforia, el estado sigue bajo el mando de una gobernadora bien evaluada, tanto que hasta la presidenta Claudia Sheinbaum, con su conocida diplomacia, tuvo que reconocerlo en la mañanera: “Mara es muy buena gobernadora”.
EL PROBLEMA no es la gobernabilidad, sino el entretenimiento barato que generan algunos con la supuesta confrontación entre Mara Lezama y Rafael Marín Mollinedo, fundador de Morena en el estado y flamante director de Aduanas. Como si no fuera suficiente con las olas del Caribe, ahora resulta que en Quintana Roo hay un tsunami político que, curiosamente, sólo existe en las mentes de la comentocracia de escritorio. Nada como un buen chisme para animar el café mañanero de los analistas de siempre.
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SEAMOS serios. Morena y el Partido Verde pueden tener diferencias, disputas internas y hasta fuego amigo, pero a la hora de la verdad terminan negociando como lo han hecho siempre. No hay ruptura porque, sencillamente, no se la pueden permitir. El pastel del poder es grande, pero nadie quiere que se les caiga antes de tiempo.
ANTES de andar en precampañas disfrazadas de “reuniones de trabajo”, lo que deberían estar haciendo es meterse de lleno en la consolidación del segundo piso de la 4T. Claudia Sheinbaum ya les marcó la ruta con su paquete de 20 reformas constitucionales, y más les vale enfocarse en eso antes de andar midiéndose el tamaño del capital político.
AHORA bien, no se puede negar que Mara ha tenido estrella. Su cercanía con el presidente Andrés Manuel López Obrador fue evidente en cada supervisión del Tren Maya, en cada inversión conseguida para el estado y en cada obra que llevaba décadas empolvándose en los archivos federales. Que si el puente sobre la Laguna Nichupté, que si la infraestructura que nunca llegó con otros gobiernos… ahí está la diferencia entre hacer gestión y sólo tomarse la foto. Obviamente, eso generó celos en más de un político y funcionario federal que no tuvo el mismo trato. Pero una cosa es la envidia y otra, muy distinta, una ruptura.
EN EL FONDO no es un pleito de titanes, sino la típica incomodidad de los puristas de Morena que siguen sin aceptar que el partido ya no es un club exclusivo de luchadores sociales de izquierda pura. Hay quienes no quieren en las filas del movimiento a ex priistas, ex panistas o cualquier reciclado político con pasado cuestionable. Pero, sorpresa, así se han construido las mayorías en México, y mientras siga funcionando, no hay razones para cambiar la estrategia.
ASI QUE, mientras algunos se desgarran las vestiduras con teorías de conspiración sobre la supuesta guerra entre Lezama y Marín Mollinedo, la realidad es que Mara sigue gobernando, Morena y el Verde siguen acomodando sus piezas, y la sucesión llegará cuando tenga que llegar. Mientras tanto, la gobernadora bien podría aplicar la máxima de la política: si alguien te quiere bajar, es porque seguramente estás por encima de ellos. Y, por lo visto, Mara sigue muy por encima.
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