Trump, el gran negociador… de problemas

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Por KUKULKÁN

SI ALGO nos ha dejado claro Donald Trump en esta segunda vuelta como presidente de Estados Unidos es que la diplomacia no es lo suyo. Mientras en el resto del mundo las negociaciones internacionales suelen ser un juego de ajedrez donde cada movimiento se planea con precisión, Trump prefiere jugar damas chinas con guantes de box. Su más reciente ocurrencia: decidir el futuro de la guerra en Ucrania sin invitar a Ucrania ni a Europa a la mesa. Total, ¿para qué preguntarles si los afectados directos son ellos?

CONVERTIDO en mandatario nuevamente, Trump ha dejado en claro que su manera de ejercer el poder es la del clásico magnate que cree que el mundo es su empresa y él, su CEO supremo. El escenario es digno de una película de la Guerra Fría, solo que con un guion escrito por alguien que nunca terminó de leer el capítulo sobre geopolítica. Trump se ha sentado a negociar con Vladímir Putin en Riad, sin molestarse en consultar a Volodímir Zelenski ni a los líderes europeos.

LA REACCIÓN en Ucrania ha sido de indignación, por supuesto. Zelenski, que ya tiene suficientes problemas con sostener una guerra, ahora debe lidiar con la diplomacia errática de un hombre que cree que la geopolítica funciona como el mercado inmobiliario: “si nadie te invita, te metes y compras la propiedad”. Pero el presidente ucraniano no se ha quedado callado. Desde la Conferencia de Seguridad de Múnich dejó claro que no se reunirá con Putin si antes no hay un acuerdo común con Estados Unidos y Europa.

TAMBIÉN aprovechó para darle un par de golpes verbales a Trump, acusándolo de vivir en un “espacio de desinformación ruso”. Y no es para menos: el republicano ha repetido en varias ocasiones la ridícula idea de que fue Ucrania quien inició el conflicto. Si uno no supiera que es el presidente de la mayor potencia del mundo, pensaría que se trata de un comentarista de redes sociales con exceso de tiempo libre. En Europa tampoco están contentos con la jugada. Emmanuel Macron, siempre listo para desplegar su retórica diplomática, convocó una reunión de emergencia con otros líderes europeos para discutir cómo Estados Unidos los ha dejado fuera de la partida. Olaf Scholz y otros líderes han reiterado su apoyo a Ucrania, dejando claro que no permitirán que Trump y Putin decidan el destino de un continente entero sin siquiera consultar a los implicados.

EL PROBLEMA no es sólo de orgullo herido, sino de costos reales. Ucrania ha estado sosteniendo una guerra que ha vaciado sus arcas: en 2022 su gasto militar alcanzó los 44,000 millones de dólares, un aumento del 640% respecto al año anterior. Para ponerlo en perspectiva, esto equivale al 34% de su PIB. Afortunadamente, no ha estado sola: la Unión Europea ha aportado más de 134,000 millones de euros en ayuda, de los cuales Alemania ha cubierto casi 44,000 millones. Estados Unidos, a pesar de Trump, ha destinado aproximadamente 213,000 millones de dólares en asistencia desde el inicio del conflicto. Pero si algo ha dejado claro el magnate neoyorquino es que su paciencia con la ayuda internacional es limitada.

EL MINISTRO de Finanzas de Ucrania, Sergii Marchenko, aseguró en diciembre de 2024 que su país tiene recursos y armamento suficientes para resistir hasta mediados de 2025, incluso sin ayuda adicional de Estados Unidos. Pero, ¿qué pasará después? ¿Se sentará Trump con Putin a decidir el próximo capítulo de la guerra sin importar el destino de millones de ucranianos? Parece que el presidente estadounidense está decidido a aplicar su propia versión del darwinismo político: los fuertes negocian, los débiles se adaptan.

AL FINAL, la estrategia de Trump parece más un juego de poder que un verdadero intento por pacificar el conflicto. Mientras tanto, Zelenski sigue peleando en varios frentes, Europa busca cómo mantenerse relevante en la conversación y Putin, como buen estratega, aprovecha la oportunidad para consolidar su posición. Y Trump, fiel a su estilo, sigue convencido de que puede arreglar el mundo con una reunión, un apretón de manos y, si es necesario, un par de tuits incendiarios. Lo que no parece darse cuenta es de que, como en tantas otras ocasiones, su peor enemigo no es Rusia, ni Ucrania, ni Europa. Es él mismo.

@Nido_DeViboras