- El Papa Francisco se ha convertido en una figura clave para los sectores más vulnerables, pero también en un blanco de críticas de los sectores más conservadores dentro del Vaticano.
FELIPE VILLA
CIUDAD DE MÉXICO.- El Papa Francisco ha marcado una transformación profunda en la Iglesia Católica a lo largo de casi doce años de pontificado, con un enfoque que ha privilegiado la justicia social, la lucha contra la desigualdad y la apertura a nuevas formas de diálogo. Su visión, alineada con los principios del Concilio Vaticano II, lo ha convertido en una figura clave para los sectores más vulnerables, pero también en un blanco de críticas de los sectores más conservadores dentro del Vaticano.
Desde su elección en marzo de 2013, Francisco ha impulsado reformas en la Curia Romana para hacerla más eficiente y transparente, ha promovido el ecumenismo y el diálogo interreligioso, y ha abogado por la acogida de migrantes y refugiados como un deber moral de la Iglesia.
Su encíclica “Laudato Si’” fue un llamado de atención sobre el cambio climático y la responsabilidad de la humanidad en la protección del medio ambiente, lo que le valió reconocimiento a nivel mundial, pero también críticas desde sectores económicos que ven en su mensaje una amenaza a los intereses corporativos.
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Uno de los temas que más resistencia ha generado es su posición sobre la justicia social. Desde el inicio de su pontificado, ha denunciado el capitalismo descontrolado y ha defendido una economía basada en la dignidad humana. Su énfasis en la “opción preferencial por los pobres”, un principio del Concilio Vaticano II, lo ha colocado en conflicto con los sectores más tradicionalistas de la Iglesia, que han visto en sus reformas una desviación de la doctrina.
Esta resistencia ha sido encabezada por cardenales y obispos que se oponen a cualquier tipo de flexibilización en la enseñanza eclesiástica y que han desafiado abiertamente algunas de sus iniciativas, como la posibilidad de que los divorciados vueltos a casar reciban la comunión o la inclusión de mujeres en roles de liderazgo dentro del Vaticano.
Francisco también ha enfrentado la difícil tarea de abordar los escándalos de abuso sexual dentro de la Iglesia. Si bien ha tomado medidas para mejorar la transparencia y la rendición de cuentas, los críticos argumentan que estas acciones han sido insuficientes y que la impunidad sigue siendo un problema estructural. No obstante, ha creado mecanismos para la protección de menores y ha impulsado cambios en la legislación eclesiástica para sancionar con mayor severidad estos crímenes.
Su liderazgo ha sido particularmente relevante en tiempos de crisis global, como la pandemia de COVID-19, cuando llamó a la solidaridad y la unidad, instando a los gobiernos a priorizar la salud de los más pobres. También ha abogado por la paz en conflictos como el de Ucrania y el Medio Oriente, aunque ha sido criticado por algunos sectores que consideran que su postura ha sido demasiado diplomática en lugar de contundente.
Ahora, en un momento en que su salud se ha visto comprometida en las últimas 48 horas, el balance de su pontificado deja una imagen de un Papa que desafió las estructuras de poder dentro de la Iglesia y que ha buscado una reforma que muchos consideran indispensable. Sin embargo, su visión de una Iglesia más cercana al pueblo y menos centrada en la burocracia ha sido motivo de disputas internas que siguen vigentes. Sus seguidores lo ven como un líder que ha renovado la fe desde una perspectiva social, mientras que sus detractores dentro de la curia lo acusan de poner en riesgo la tradición de la Iglesia.
En un Vaticano donde la lucha entre progresistas y conservadores no ha cesado, Francisco ha intentado mantenerse fiel a su misión de transformar la Iglesia para que responda a las necesidades del mundo actual. Su legado, aún en construcción, seguirá siendo objeto de análisis en los años por venir, pero lo que es innegable es que su pontificado ha sido uno de los más influyentes y disruptivos en la historia moderna de la Iglesia Católica.
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