Francisco vs. la vieja guardia: la guerra por el Vaticano

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Francisco vs. la vieja guardia: la guerra por el Vaticano
  • Tres cardenales han confrontado abiertamente al Papa Francisco e impulsan a un candidato más conservador para sustituirlo.
FELIPE VILLA

CIUDAD DE MÉXICO.- El pontificado del Papa Francisco no solo ha estado marcado por su compromiso con los pobres, la justicia social y la apertura de la Iglesia a sectores tradicionalmente marginados, sino también por una lucha interna sin tregua contra los sectores más conservadores del Vaticano. Desde el inicio de su papado en 2013, Francisco ha enfrentado una resistencia férrea por parte de cardenales y altos prelados que ven sus reformas como una amenaza a la estructura de poder que ha predominado en la Iglesia Católica durante siglos.

Entre los opositores más notorios se encuentra el cardenal Raymond Leo Burke, estadounidense, quien ha sido un crítico implacable de Francisco, especialmente en temas de moral sexual y doctrina familiar. Su abierta oposición a la exhortación apostólica Amoris Laetitia, que permite mayor inclusión de los divorciados vueltos a casar dentro de la Iglesia, ha sido una de las banderas de la facción conservadora.

Burke, defensor de la misa tridentina y del catolicismo más rígido, ha visto su influencia menguar en el Vaticano tras ser removido de importantes posiciones de poder por el Papa. Sin embargo, sigue siendo un líder clave para los sectores que rechazan la modernización de la Iglesia.

Otro de los grandes adversarios del pontífice es el cardenal Robert Sarah, originario de Guinea, quien, aunque con una postura más mesurada que Burke, ha sido una voz influyente en la defensa de la liturgia tradicional y en la crítica a lo que él considera una excesiva flexibilización de la doctrina católica. Sus posiciones sobre la inmigración, la moral sexual y la secularización del mundo lo han llevado a chocar con Francisco, quien ha impulsado una Iglesia más inclusiva y cercana a los sectores vulnerables.

Pero sin duda, el ataque más frontal ha venido del arzobispo Carlo  Maria Viganò, quien en 2018 publicó una carta abierta exigiendo la renuncia del Papa Francisco, acusándolo de encubrimiento en casos de abuso sexual dentro de la Iglesia. Su carta se convirtió en un símbolo de la rebelión conservadora contra el Papa, aunque sus afirmaciones nunca fueron probadas. Viganò ha mantenido una postura radical, no solo contra Francisco, sino contra cualquier intento de reforma que implique cambios en la doctrina tradicional.

Estos cardenales representan a una facción que se resiste a los cambios promovidos por Francisco, quien ha buscado devolver el sentido pastoral a la Iglesia, priorizando el apoyo a los más pobres y la apertura a sectores históricamente excluidos, como los divorciados, la comunidad LGBTQ+ y los migrantes. Para la estructura más conservadora del Vaticano, estos cambios no solo son una ruptura con la tradición, sino un peligro para su influencia y control dentro de la Iglesia.

La lucha de Francisco no ha sido solo una cuestión doctrinal, sino también política. Ha enfrentado campañas de desprestigio, filtraciones de documentos y resistencias dentro de la Curia Romana, donde muchos de los altos funcionarios han maniobrado para frenar sus reformas. A pesar de estos obstáculos, el Papa ha logrado cambios significativos, como la reestructuración de la Curia, la implementación de medidas contra el abuso clerical y una mayor inclusión de la mujer en roles de liderazgo dentro del Vaticano.

Sin embargo, la batalla no ha terminado y las tensiones se mantienen de cara a un futuro cónclave. Los sectores conservadores perfilan como sucesor a un cardenal que represente la restauración de la línea tradicional. Entre los nombres que más suenan está el del cardenal Matteo Zuppi, de Italia, aunque su postura es más centrista. También se menciona al cardenal húngaro Péter Erdő, quien es visto como un candidato con mayor inclinación hacia la ortodoxia doctrinal.

El pontificado de Francisco ha sido uno de los más desafiantes de la historia reciente de la Iglesia. Ha luchado por una Iglesia más abierta, inclusiva y comprometida con la justicia social, pero ha encontrado una resistencia feroz de quienes buscan mantener intactas las estructuras de poder e influencia. La pregunta es si, una vez que Francisco deje el cargo, su legado prevalecerá o si los sectores conservadores lograrán revertir los avances conseguidos en estos doce años.

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