- Desde la lomita de Cozumel: Renán Sánchez y Carlos Manuel se la juegan por el futuro de la juventud.
STAFF/ LUCES DEL SIGLO
COZUMEL, Q. ROO.- El sol cae sobre Cozumel como si marcara el inicio de un partido crucial. No hay gradas ni porras, pero la emoción se respira en el aire. Esta vez, el diamante no es el estadio donde brilló la Selección Nacional U-10, sino el modesto hogar de una familia que ha hecho de la disciplina y el esfuerzo su mayor trofeo.
Y al centro del diamante, dos protagonistas se encuentran: el diputado Renán Sánchez y el joven beisbolista Carlos Manuel.
La entrada es digna de un juego grande. Renán llega al hogar de Vanessa y don Carlos, padres de Carlos Manuel, como quien entra al dugout con respeto y admiración por el equipo local. En lugar de casco y guante, trae palabras sinceras, reconocimiento y compromiso. En lugar de aficionados, están los rostros llenos de orgullo de una familia que ha vivido cada juego, cada viaje, cada entrenamiento, como si fuera una final.
Carlos Manuel no solo es un talento del diamante, es un símbolo de lo que la juventud mexicana puede lograr cuando se le brinda apoyo, cuando se cree en ella. En noviembre de 2024, se coronó campeón del Campeonato Panamericano en Reynosa, Tamaulipas, representando a México y Quintana Roo con la camiseta bien puesta, el brazo firme y el corazón encendido.
“Este chico juega con el alma”, parece decir el diputado, como si lo narrara un cronista deportivo. “Es un orgullo apoyar el deporte, especialmente cuando se trata de jóvenes que ponen en alto el nombre de nuestra isla y de nuestro país”.
Renán no viene a lanzar promesas al aire. Viene a reconocer a la familia como el verdadero equipo detrás del atleta. Agradece a Vanessa por confiar en la Casa de Gestión y asegura que Carlos Manuel siempre tendrá su respaldo.
Como buen manager político, sabe que para ganar esta temporada se necesita más que talento: se necesita visión, estructura y oportunidades reales.
El mensaje es claro: apostarle al deporte es invertir en el futuro. Y si el terreno de juego es la sociedad, entonces los jóvenes como Carlos Manuel son los que pueden marcar la carrera ganadora.
Muy lejos del estadio que lo vio coronarse campeón, Carlos vuelve a conectar un hit en su tierra natal. Y esta vez, la ovación no viene de las gradas, sino de un pueblo que empieza a creer que el futuro puede construirse a batazos limpios, con disciplina, pasión y el respaldo de quienes saben que el juego más importante aún está por jugarse.