- Al hablar de la necesaria separación entre partido y gobierno, Sheinbaum plantea un equilibrio: “El gobierno transforma, el partido organiza”.
FELIPE VILLA
CIUDAD DE MÉXICO. En medio de una transición histórica y un nuevo ciclo de gobierno, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo hizo llegar una carta a la militancia y dirigencia de Morena que, más allá de un gesto simbólico, parece una brújula para el rumbo ético y político del partido que hoy domina el escenario nacional.
El mensaje comienza con un recordatorio: “aunque pedí licencia, no me desvinculo de los principios que nos formaron”. Desde esa declaración inicial, Sheinbaum traza un hilo entre el pasado de lucha y el presente de poder, advirtiendo sobre el riesgo de la desmemoria.
Unidad como deber moral
En la parte medular, Sheinbaum coloca la unidad como la joya de la corona, pero no como discurso vacío: “La unidad se construye con base en principios”, advierte. En un contexto donde la fuerza política mayoritaria podría dispersarse por ambiciones internas, el llamado a la cohesión no es casual ni decorativo.

Humildad en el poder
El tono se vuelve más incisivo cuando habla de lo que Morena no debe ser: ni un club de élites, ni una maquinaria de privilegios. No al uso de aviones privados, no al poder entendido como escoltas, lujo o distancia. “Morena es humildad”, sentencia, haciendo eco del estilo austero promovido por López Obrador.
Contra el nepotismo, por la congruencia
En un país donde el poder frecuentemente pasa de padres a hijos, la mandataria es tajante: ni familiares ni favoritismos. Propone que esta prohibición, que ya existe constitucionalmente hasta 2030, se adopte en Morena desde 2027. “Ni amiguismo, ni influyentismo, ni nepotismo”, repite, subrayando una ética interna que busca legitimidad.
Gobierno y partido: dos caminos, un destino
Al hablar de la necesaria separación entre partido y gobierno, Sheinbaum plantea un equilibrio: “El gobierno transforma, el partido organiza”. Aquí, pone distancia con los viejos modelos de partido de Estado, y reivindica la base territorial como el músculo de Morena.
Formación ideológica como blindaje
Otro bloque crucial es el dedicado a la formación política. “Todos deben conocer la historia de México, de Morena, los principios del movimiento”. La presidenta no sugiere una militancia pasiva, sino crítica, educada y movilizada. Para ello, pide consolidar el instituto de formación política del partido.
Reglas claras para el 2027
En un gesto de prevención institucional, la presidenta propone que desde enero de 2026 se fijen reglas claras para las próximas elecciones. Nada de espectaculares, nada de campañas sucias, nada de recursos públicos. “Casa por casa, volantes, trípticos”, reitera, en defensa de una política de contacto directo.
Una visión humanista
Hacia el cierre, el tono se eleva hacia lo filosófico. Sheinbaum resume el proyecto morenista como una cruzada humanista. “Nos indigna la discriminación, el racismo, la pobreza… creemos en la justicia y el poder del pueblo”. Más que una carta política, parece una reafirmación de fe en la transformación.
Con el pueblo todo
“Con el pueblo todo, sin el pueblo nada”. La última línea de la carta no es nueva, pero en este contexto, cobra más sentido que nunca. En tiempos donde Morena encabeza el Ejecutivo, domina el Congreso y gobierna la mayoría de los estados, el riesgo mayor no es la oposición, sino la pérdida de rumbo.
Y ahí está la advertencia, entre líneas y en forma de consejo: “El fin nunca justifica los medios”. En palabras de Sheinbaum, los principios no son una herramienta del poder, son su condición.