Por KUKULKÁN
¿QUIÉN diría que un día la Profepa dejaría de jugar a las escondidas con los desarrolladores inmobiliarios del Caribe Mexicano? ¡Milagro de San Medio Ambiente! Ahora resulta que la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente, esa que a menudo brillaba por su ausencia, ha descubierto que hay construcciones ilegales en Quintana Roo. Qué novedad.
DE LA BOCA de su titular, Mariana Boy Tamborrell, brotó una amenaza tan temida como inusual: demoler lo construido sin permisos ambientales. ¡Demoler! Una palabra que rara vez se escucha cuando de hoteles, torres y desarrollos en zona costera se trata. Pero no nos emocionemos: en este país el papel aguanta todo, incluso declaraciones valientes.
DURANTE su paseo institucional por tierras mayas (coincidiendo sospechosamente con el Día Mundial del Medio Ambiente, ese que sirve más para las fotos que para las acciones), la funcionaria se plantó y dijo que ya basta de hacerle “changuitos” a la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA) y al cambio de uso de suelo. Ahora sí, quienes construyan sin permisos tendrán que devolver el terreno a su estado original. O sea, tumbar muros, borrar piscinas y callar generadores. ¿A poco sí?
EL EJEMPLO estrella es el desarrollo Maiim, ese proyecto de tres torres con 30 condominios, construido como quien pone un puesto de tacos: sin más trámite que el de una sonrisa al funcionario de turno. No tenían autorización federal, pero el Ayuntamiento de Tulum, en su infinita visión urbanística, otorgó el cambio de uso de suelo en 2021. Y Sedetus, para no quedarse atrás, expidió las licencias de construcción en 2022. ¡Equipo que gana no se cambia!
POR FORTUNA —y para su desgracia—, apareció una piedra en el zapato llamada DMAS, una organización civil que decidió no tragarse el cuento y promovió un juicio de amparo. El juez, que no andaba en la nómina, les dio la razón y ordenó echar abajo las torres. Hasta ahí, todo bonito. Pero ¿y Profepa? Bien, gracias. De hecho, el fallo la señala por omisión, aunque ahora Mariana Boy asegura que están preparando el expediente. Ya saben, con calma, no sea que se cansen.
CLARO que este no es un caso aislado. La titular advirtió que la fiebre inmobiliaria también ha contagiado a Yucatán, Campeche y Baja California, aunque aceptó que el Caribe Mexicano es el “foco rojo”. ¡Ah, pero qué rojo tan verde! Como gesto de buena voluntad (y ante el rugido ciudadano), clausuraron tres obras en Puerto Morelos. Pero que no se emocionen: en este país las clausuras son como los cinturones de seguridad, más decorativas que efectivas. Lo que hace falta es voluntad, y de esa, hay escasez.
Y SI PENSABAN que con una multita se arregla todo, piensen de nuevo. Según Boy, las desarrolladoras ya las presupuestan como parte del “costo de hacer negocios”. Es decir, contaminar sale barato. Pero tranquilos, que ya viene una propuesta para endurecer las leyes. ¿Les suena conocido? Sí, a promesa de campaña.
ENTRE declaraciones, anuncios y operativos sorpresa (con previa cita, claro), Profepa intenta limpiarse la cara. Pero mientras sigan los permisos “exprés” en lo municipal y estatal, la cosa no va a cambiar. Porque en este paraíso tropical no hay crimen perfecto… sólo autoridades perfectamente complacientes.