- En sesión solemne, la senadora Anahí González Hernández afirmó que México también se escribe con “M de mujer”.
STAFF / LUCES DEL SIGLO
CIUDAD DE MÉXICO.- Durante siglos, la historia oficial de México se escribió con nombres de hombres. Las batallas, los pactos, los discursos fundacionales y hasta los himnos nacionales ignoraron durante generaciones a las mujeres que, en paralelo, tejían las redes invisibles de la resistencia, la cultura y la transformación social.
Hoy, esa narrativa quedó atrás. En una sesión solemne en el Senado de la República, la senadora Anahí González Hernández afirmó que México también se escribe con “M de mujer”, al celebrar la aprobación de la reforma al artículo 18 de la Ley sobre el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales.
Con ello, 24 mujeres históricas y cinco fechas emblemáticas de la lucha por la igualdad serán incluidas en los símbolos patrios.
“Las mujeres hemos sido la fuerza vital de nuestra historia: matriarcas, cuidadoras y tejedoras de justicia”, dijo González desde la tribuna, en un discurso donde no pidió reconocimiento sino justicia histórica.
Recordó que muchas de estas figuras, como Leona Vicario o Gertrudis Bocanegra, no solo vivieron en tiempos de conflicto, sino que lo enfrentaron con valentía desde las trincheras más invisibles.
La reforma reconoce a mujeres como la Reina Roja, gobernante maya de Palenque; a Sor Juana Inés de la Cruz, cuya obra filosófica y poética desafió las restricciones intelectuales de su tiempo; a Rita Cetina Gutiérrez, educadora y pionera del pensamiento feminista en el siglo XIX; y a Matilde Montoya, la primera médica cirujana de México.
También están presentes Rosario Ibarra, defensora de los derechos humanos, y muchas otras cuya trayectoria ha sido clave para abrir camino a las generaciones actuales.
“No solo buscamos visibilidad, buscamos memoria activa”, señaló la legisladora quintanarroense, al destacar que estas reformas no son gestos simbólicos sino actos de reconocimiento institucional, donde cada nombre, que ahora forman parte del escudo nacional, es un eco de siglos de exclusión, pero también de resistencia.
La crónica de esta lucha no está escrita en los libros de texto ni se canta en las ceremonias cívicas. Se cuenta en cada mujer que alzó la voz, que educó, que resistió, que curó, que lideró. Y ahora, esa historia empieza a ocupar el lugar que merece en los símbolos que nos representan como país.
La reforma no repara el pasado, pero comienza a redibujar el presente. Un presente donde, como dijo Anahí González, “caminamos juntas hacia la igualdad y la justicia”.