Por KUKULKÁN
¡PAREN las prensas! ¡Oculten sus chats de WhatsApp, borren las fotos del perro en pijama y cierren sesión en Mercado Libre! Según la oposición, el gobierno de la 4T ha activado el botón rojo para convertir a México en una mezcla entre Corea del Norte y el “Gran Hermano” (Big Brother en inglés) de George Orwell. ¿La prueba? Una reforma en telecomunicaciones que —sorpresa— no dice absolutamente nada sobre espionaje o censura.
PERO no dejemos que la realidad arruine una buena narrativa. En su desesperación por mantener viva la hoguera del miedo, el PAN, el PRI y sus adláteres decidieron acusar a Morena de estar construyendo un “Estado Espía” sólo porque se atrevieron a proponer una legislación que busca, nada más y nada menos, que fortalecer las capacidades del Estado en materia de seguridad pública. Lo curioso es que ni una sola línea de la ley habla de espiar a ciudadanos, interceptar mensajes por gusto o acceder a las playlists de Spotify sin permiso judicial.
AUNQUE claro, si hay algo que estos opositores saben hacer bien es proyectar. Quienes hoy lloran por la supuesta violación a la privacidad, son los mismos que cuando estuvieron en el poder usaron el Cisen, Pegasus y lo que se les puso enfrente para espiar a periodistas, activistas, adversarios políticos, e incluso a sus propios aliados. Hoy chillan porque, si se les aplicara la misma, no saldrían limpios ni de un filtro de Instagram.
ASÍ QUE resulta sospechoso que quienes están tan preocupados por su privacidad, no hayan dicho ni pío cuando el espionaje era institucional, impune y descarado. Ahora, en plena paranoia, inventan que el gobierno podrá espiar tus videollamadas con la tía, tus compras en Amazon y hasta tus audios diciendo “te aviso cuando llegue”. Y todo, porque el Ejecutivo federal tendrá —como siempre ha tenido— la rectoría en telecomunicaciones. El mismo poder que tuvieron ellos… cuando sí espiaban.
LA NARRATIVA es tan absurda como reveladora: quienes tienen la conciencia limpia no temen ser rastreados. ¿O será que hay algo que temen que salga a la luz? Porque quienes más se escandalizan con la supuesta “geolocalización sin juez” no son precisamente víctimas de persecución, sino personajes que más bien deberían preocuparse por los rastros que dejaron cuando el poder era suyo.
Y ES QUE la ley, como lo explicó la presidenta Claudia Sheinbaum con claridad meridiana, establece que sólo un juez puede autorizar la intervención de comunicaciones privadas. ¿La excepción? Casos de desaparición o secuestro, donde la rapidez salva vidas. Pero para la oposición, parece más importante defender el derecho de un presunto criminal a que no lo encuentren, que el derecho de una madre a recuperar a su hija.
ADEMÁS, la CURP con fotografía y huellas no es una “herramienta de espionaje”, como balbucean algunos, sino un intento por homologar la identificación en un país donde los trámites exigen hasta el acta de nacimiento del perro. Pero claro, eso no vende titulares. Mejor gritar “viene el totalitarismo”, aunque el único control total que conocieron fue cuando ellos gobernaban. Y por si fuera poco, acusan que ahora “un burócrata podrá espiar el iris del ojo de un ciudadano”. ¡Válgame Dios! Ni en “Misión Imposible” se atrevieron a tanto.
EL VERDADERO temor no es el espionaje, sino la pérdida del control. Porque hoy, quienes sí usaron el aparato del Estado para espiar a sus enemigos, temen que les devuelvan la cortesía. Temen que el poder ya no esté a su servicio para intimidar, perseguir o manipular.
LA REFORMA en telecomunicaciones no es una amenaza. Lo que es una amenaza —para ellos— es que ya no puedan usar al Estado como escudo ni como arma. Y ante eso, la mejor defensa es la histeria. Así que tranquilos: no hay Estado Espía. Hay Estado de Derecho. Y eso, para muchos, es lo que verdaderamente les quita el sueño.