Por KUKULKÁN
EN EL SENADO de la República, donde se cuecen los acuerdos más “transparentes” del sistema político mexicano, los coordinadores parlamentarios de Morena, el PT y el PVEM han decidido poner orden en casa… o al menos en la fila de aspirantes a gobernador. Con la precisión de un bisturí, Adán Augusto López, Manuel Velasco y Alberto Anaya cerraron el paso —con candado y sello— a cualquier senador que sueñe con una candidatura en 2027 mientras pretende sentarse en la silla presidencial de la Cámara Alta.
¿LA LÓGICA? Que nadie ande haciendo campaña desde el trono legislativo, ese desde donde se reparten turnos de oradores, se dictan recesos estratégicos y se sonríe en primera fila a las cámaras. No sea que a alguien se le ocurra utilizar semejante plataforma nacional para empujar su imagen rumbo a una gubernatura. ¡Faltaba más! Como era de esperarse, las primeras damnificadas de esta santa purificación fueron las morenistas Imelda Castro y Andrea Chávez. Ambas ya se veían con el mazo en mano, presidiendo la Cámara Alta.
PERO bastó un cafecito entre coordinadores para que las aspirantas a presidir la Mesa Directiva de pronto recordaran que, en realidad, su vocación es más estatal que federal. Qué profunda reflexión. Imelda, de Sinaloa, quien ya se había autodestapado, retrocedió con la elegancia de quien no quiere pisar los callos de su paisano Enrique Inzunza. Nada tiene que ver, claro, que él también quiera gobernar el estado. No, esto fue “una decisión ética y de compromiso con el pueblo”. O eso dijo. Que nadie se atreva a insinuar que aquí hubo línea.
ANDREA Chávez, por su parte, también renunció “voluntariamente” a la carrera por la presidencia del Senado. En su caso, la decisión “ya estaba tomada desde hace tiempo”. Porque, como bien lo dejó claro, su prioridad es Chihuahua, donde Morena aventaja en las encuestas con 51% frente a un PAN que aún respira, pero cada vez con menos oxígeno. Y es que, mientras unas y otros se bajan del ring legislativo para concentrarse en su precampaña —perdón, en su “trabajo territorial”—, en los estados el juego ya comenzó y a todo vapor. Campañas disfrazadas de informes, giras “informativas”, selfies con pueblo bueno, y claro, spots disfrazados de mensajes institucionales.
MORENA llega a este 2027 con 13 de las 17 gubernaturas en disputa. El objetivo es mantenerlas y, si se puede, arrasar. Pero hay piedras en el zapato: en Aguascalientes, el PAN todavía respira por la herida, pero lidera las preferencias con 46%. Morena se le acerca con un 33%, y con algo de estrategia (y presupuesto), podría hacerle sombra; en Querétaro, la cosa está más cerrada: 49% al PAN y 36% a Morena. Nada que una buena “coordinación de los comités de defensa de la 4T” no pueda cerrar.
Y LUEGO está el enigma de Nuevo León, donde Samuel García mantiene el control, pero Movimiento Ciudadano apenas alcanza el 13% en las encuestas. Morena encabeza con 36%, PAN con 18% y el PRI aún respira con 16%. Aquí, si la oposición no se une, Morena se los lleva por la libre. La gran incógnita es: ¿será que esta nueva regla de no aspirar y presidir a la vez se mantendrá firme? ¿O veremos un caso de “renuncia ética” que, tras unos meses de silencio, regresa con fuerza bajo otra bandera?
PORQUE si algo ha demostrado la política mexicana es que las reglas son como los semáforos en una madrugada de domingo: están ahí… pero no siempre se respetan. Por ahora, en el Senado, la lucha no será por la presidencia, sino por quién se baja con más elegancia. Y mientras tanto, en las calles, los “no precandidatos” seguirán recorriendo plazas, saludando niños, y prometiendo un futuro mejor. Todo, por supuesto, sin hacer campaña. Faltaba más.