Zósimo Camacho
Dos despensas. Incluso menos. Eso es lo que Equinox Gold Corp, una trasnacional canadiense que en 2024 obtuvo ganancias de 304 millones de dólares (casi 6 mil millones de pesos), considera justo ofrecer mensualmente a cada ejidatario de Carrizalillo, Guerrero, como “indemnización” por arruinar sus tierras, envenenar su agua y dejar un legado de enfermedades.
La propuesta –presentada ante el Tribunal Unitario Agrario que dirime la disputa entre la minera y la comunidad– es más que una ofensa; es la confirmación de un patrón colonial: extraer riqueza a costa de la vida de los pobres y luego abandonarlos con migajas.
La “propuesta” de la minera, reportada por la periodista Lourdes Chávez en el diario El Sur, es la de aportar 3.6 millones de pesos anuales para todo el ejido como remediación por la destrucción causada durante lustros de extracción de oro. La operación aritmética es sencilla. Se trataría de 300 mil pesos mensuales que, divididos entre 174 ejidatarios y dos posesionarios se traduce en mil 704 pesos al mes por familia. Es decir, una cifra incluso menor a la que implicaría la adquisición de dos despensas de satisfactores básicos, cuyo costo promedio en el país es de 910 pesos.
Mientras, el costo real para la comunidad es incalculable. Equinox Gold pretende irse después de haber exprimido el oro de la región. Tan sólo en 2024 reportó la mayor extracción de este metal precioso en seis años en el complejo Los Filos, la mina a tajo abierto que ocupa todo el ejido de Carrizalillo. Se vanaglorió incluso de haber roto récord en ventas de oro por 304 millones de dólares sólo en ese año.
¿Con qué se queda la comunidad? Con tierras inservibles: 772 hectáreas destruidas, sin posibilidad de que puedan realizarse actividades agropecuarias de cultivo o pastoreo; con la salud de sus integrantes en crisis: abortos, intoxicaciones por arsénico y niños con lesiones en la piel, ojos y pulmones; y agua contaminada: manantiales envenenados que fluyen hacia el Río Balsas, llevando metales pesados a otras comunidades.
Y la comunidad se queda sin trabajo. Obviamente, a los ejidatarios ya no los contratará la minera. Pero tampoco pueden dedicarse, como antes, a la siembra y el pastoreo. Sus montes están muertos y envenenados.
¿Cómo puede una empresa que extrajo oro a escala industrial durante años pretender saldar su deuda, por persona, con lo que cuesta un par de despensas? La respuesta es simple: porque puede. Porque confía en que las instituciones mexicanas no la obligarán a pagar más. Porque, históricamente, las mineras actúan con impunidad en el Sur global.
Equinox Gold no es pobre. En 2024, sus ganancias superaron los 6 mil millones de pesos. Su presidente, Greg Smith, ha liderado campañas contra reformas judiciales y mineras en México, argumentando que “ahuyentarían inversiones”. Pero cuando se trata de compensar a quienes devastó, la empresa se transforma en una tacaña de bolsillo roto. Peor aún: mientras ofrece centavos a los ejidatarios, los demanda, acusándolos de “despojo”.
El Tribunal Unitario Agrario ya calificó una oferta previa de la minera (1.58 pesos por ejidatario) como “irrisoria y burlona”. Sin embargo, el verdadero examen es para el gobierno mexicano. ¿Permitirá el “segundo piso de la 4T” tamaño atropello a la comunidad, la naturaleza y el país?
La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y la Procuraduría Federal de Protección Ambiental (Profepa) deberán exigir el cierre formal con remediación, es decir, no permitir que la minera escape sin limpiar los tóxicos que dejó.
Más dudas genera la Secretaría de Economía. Sigue siendo una incógnita la relación que mantendrá con las mineras, caracterizadas por incumplir leyes ambientales y agrarias. ¿Les mantendrá concesiones en aras de alcanzar las metas de inversión del Plan México?
Y más aún, ante esta actitud de Equinox Gold, ¿el Estado mexicano le mantendrá la concesión en la región? ¿Le otorgará, incluso, nuevos permisos y permitirá que llegue a “acuerdos” con las comunidades vecinas de Carrizalillo?
Los ejidatarios no se han doblegado. Su protesta pacífica frente a “Los Filos” cumple más de 3 meses, a pesar de las tácticas de división y las demandas frívolas de Equinox Gold. Su lucha ya logró que Profepa documentara la contaminación y que el Tribunal Agrario señalara el abuso corporativo. Pero no basta.
La pregunta es clara: ¿México permitirá que una empresa extranjera trate a sus pueblos como desechables? La propuesta de indemnización es un escupitajo disfrazado de legalidad. Si el Estado no interviene, sentará un precedente: las mineras podrán seguir saqueando, enfermando y yéndose cuando les plazca, sin pagar el costo real de su “progreso”.