- Si los ‘Baby Boomers’ buscaron su trascendencia mediante un proyecto familiar que involucraba tener hijos, las generaciones millennial y Z tienen otras prioridades, afirma el psicólogo Oswaldo Velázquez.
STAFF / AR
MONTERREY, NL.- “Yo no tengo el deseo de ser madre”, dice tajante Arantza, mujer profesionista de clase media que reside en Cumbres.
La joven, de 28 años, añade: “Siento que sería muy doloroso perder mi independencia, porque creo que ser madre es una renuncia, pero cuando no hay los recursos sociales, se me hace muy cara emocionalmente hablando”.
Oziel, de la misma edad que Arantza y con un trabajo estable, señala sus razones: “No quiero esa responsabilidad que socavará todas mis otras responsabilidades, decisiones e intereses.
“Es un gastar perpetuo que prefiero enfocar en mí y en cosas que sí me interesan”.
Alejandra, integrante también de la Generación Z y egresada del Tec de Monterrey, acota:
“Saber que el mundo se va a poner cada vez peor me hace dudar un poco”.
A un joven más, de 24 años, que prefiere no identificarse, responde: “No tengo la economía para mi propia vida, ¿cómo mantendré a otra persona?
“Soy gay, y si tuviera la posibilidad y oportunidad de tener un hijo, no lo haría, porque lo traería a un mundo lleno de prejuicios, siendo pobre y que parece empeorar cada año en ese aspecto”.
¿Por qué los jóvenes de ahora no quieren hijos? ¿Será egoísmo o falta de madurez? De acuerdo con especialistas, las respuestas podrían ser más complejas.
Sentido de vida
Si los “Baby Boomers” buscaron su trascendencia mediante un proyecto familiar que involucraba tener hijos, las generaciones millennial y Z tienen otras prioridades, afirma el psicólogo Oswaldo Velázquez.
“Socialmente, a cada generación le ha tocado vivir cosas diferentes, cada una de ellas trae un reto”, dice el profesor de la Escuela de Psicología de la Universidad de Monterrey (UDEM).
La Generación Z, nacida a mediados de los noventa y a principios de los dosmil, considera que la autorrealización y el éxito vienen en un formato muy distinto al de la familia.
“De los años 50 a los 70, la autorrealización de una persona era mediante la familia, pero ahora (los Z) visualizan que la pueden alcanzar a través de ellos mismos, de su conexión con el planeta, viajando, ayudando a otras personas”.
Añade: “sienten incluso que hay una cuestión ética en la decisión de traer hijos a un mundo cada vez más caótico”.
Los millennials, entre 1981 y 1996, perciben el concepto de familia con cierta desilusión, apunta el especialista.
“Ellos han estado enfrentando situaciones de rompimiento, de divorcios y de ahí se crean esta generalización de desilusión.
“Tienen el reto de profesionalizarse, porque ven que al éxito se le debe invertir mucho tiempo y no hay manera que eso les permita hacerse cargo de una familia”.
Tener un hijo les resulta intimidante, agrega el académico, porque implica educarlo, mantenerlo y brindarle una buena calidad de vida.
Los jóvenes temen perder la estabilidad económica si se integra un nuevo integrante a la familia, señala Alicia Salinas, coach de vida y oradora motivacional.
Muchos de ellos prefieren casarse, pero deciden no tener hijos o retrasar el momento de la concepción, añade la especialista.
“Los jóvenes están muy preocupados por el alto costo de vida al que están acostumbrados, por eso están dudando en tenerlos o se esperan más tiempo”, dice.
“Es muy común que hombres y mujeres aporten cierta cantidad (monetaria) dentro del matrimonio para sostener el hogar pero, dejar esa proyección al tener un hijo, les provoca temor”.
Esta determinación podría reflejar inestabilidad emocional: algunos mostrarían recelo a tener descendencia por malas experiencias familiares y otros porque evitan hablar sobre temas importantes.
“Es más que nada un temor que la mayoría de las veces no está fundamentado, porque son temerosos en cuanto a estas decisiones.
“Cuando trabajamos el origen del temor, podría deberse a un patrón generacional, a lo que se ha vivido con antelación en sus propias casas”.
“Me ha tocado ver que no hay mucha comunicación entre las parejas jóvenes, sobre temas financieros, sobre qué tantos hijos quieren tener, los miedos y temores que tienen.
“Se trata de una inestabilidad emocional que, tal vez no sea culpa de ellos, pero no la han trabajado”.
Si este es el caso, habría que preguntarse: ¿de dónde viene ese miedo? ¿Está fundamentado o no?
¿Preocupación?
Este fenómeno mundial ya ha encendido las alarmas en países como Italia y China, donde hay baja natalidad; sin embargo, a nivel nacional esta situación no se replicaría, indica el psicólogo Velázquez.
“En México todavía estamos alejados de esa alerta porque aquí los procesos socioeconómicos se mueven en perspectivas diferentes.
“Tenemos una población que, por falta de conocimiento o de formación, siguen teniendo hijos sin mucho cuidado, sin planificación”.
Quienes deciden evitar ser madres o padres de familia suelen ser jóvenes universitarios, agrega el especialista; sin embargo, la baja de natalidad es una realidad.
Las cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) confirman una disminución sostenida en los nacimientos, lejos del nivel de reemplazo poblacional.
En 2023 se registraron 52.2 nacimientos por cada mil mujeres en edad fértil, una disminución significativa respecto a 2014, cuando la tasa fue de 74.2, de acuerdo con el Inegi.
En los países miembros de la OCDE nacen en promedio 1.5 hijos por mujer, cifra inferior a la tasa de reemplazo poblacional ideal de 2.1.
Expertos advierten que esta tendencia, de mantenerse, podría impactar en el envejecimiento poblacional y en la sostenibilidad de los sistemas económicos y de pensiones.