POR KUKULKAN
DECÍA el presidente López Obrador que la corrupción en México era como un elefante reumático: grande, torpe y difícil de mover, pero que él lo estaba empujando todos los días para que avanzara. Pues bien, siete años después, el elefante ya no cojea… pero parece que sufre de amnesia selectiva y se le olvida que también hay corrupción en sus propias filas.
ESO SÍ: qué bien se porta el paquidermo en Palacio Nacional. No se roba ni un cacahuate. Pero apenas baja a los municipios, comienza la fiesta: terrenos mal vendidos, bonos ilegales, amparos por desvíos, desayunos con narcos, contratos fantasma… y un largo etcétera que más que una trompa, parece una alfombra bajo la cual se esconden toneladas de cochambre político.
AHÍ ESTÁ el caso de Cynthia Marina “N.”, en Nuevo Casas Grandes, Chihuahua, acusada de peculado agravado por andar enajenando bienes públicos como vender tamales. Y eso que llegó bajo la bandera de Morena y el PT, esa combinación que promete “no mentir, no robar y no traicionar”, pero parece que en algunos municipios la consigna fue interpretada al revés.
Y QUÉ decir de la exalcaldesa de Manzanillo, Griselda Martínez. Que si el bono al personal, que si los gastos irregulares, que si ya no es de Morena. No importa de qué partido se declare ahora, el hedor a irregularidad sigue siendo el mismo. Como si cambiar de camiseta borrara el historial de pecados administrativos.
EN Acapulco, Abelina López anda promoviendo amparos como si fueran souvenirs turísticos. Acusaciones de desvío de recursos, casi 900 millones de pesos sin comprobar y una auditoría que la tiene bajo la lupa. Eso sí, su discurso sigue intacto: la culpa es de los medios, del sistema y, cómo no, de la derecha conservadora que no la deja trabajar.
PERO ninguna fábula estaría completa sin un personaje que se toma un café con el lobo. En Chilpancingo, la morenista Norma Otilia fue captada desayunando con Celso Ortega, presunto líder del grupo criminal “Los Ardillos”. Morena la expulsó por dañar la imagen del partido. No por el desayuno en sí, sino porque el video se filtró. Y obvio en la 4T, el pecado no es hacerlo, sino que te cachen.
EN ESTA larga lista no podía faltar el caso de Laura Beristain en Solidaridad, Quintana Roo. Con más de 483 denuncias, un daño patrimonial que algunos calculan en más de 248 millones y una vinculación a proceso por abuso de autoridad. ¿La consecuencia? Una inhabilitación administrativa de tres meses. Tres. Meses. Mientras tanto, el elefante reumático sigue caminando… hacia el olvido.
Y ES QUE este elefante, aunque tenga colmillos grandes y patas pesadas para aplastar enemigos, parece tener la piel tan gruesa que ya ni siente la vergüenza, las orejas tan grandes que todo le entra por una y le sale por la otra, y una cola tan corta que ya ni tapa las porquerías que arrastra.
EN LA cúspide del poder pueden seguir predicando la moralidad desde las mañaneras, pero abajo, en los municipios, se reparten contratos, se desvían fondos y se amparan alcaldes como si fueran ciudadanos ejemplares. ¿Y las sentencias firmes? Bien, gracias. La impunidad no se fue, sólo cambió de sombrero. Morena insiste en que sus cuadros son incorruptibles. Pero la realidad en muchos municipios demuestra que el elefante no sólo tiene reumas… también tiene cómplices.




