- Lenia Batres arrancó su campaña como candidata a ministra de la Suprema Corte, en un día que quedará grabado en la historia del Poder Judicial mexicano.
FELIPE VILLA
CIUDAD DE MÉXICO.- Son las 10:00 am y el sol apenas asoma entre las copas de los árboles del quiosco central de Tlalpan cuando las primeras personas empezaron a rodear el templete improvisado. Pancartas, tambores, miradas curiosas. Lenia Batres toma el micrófono para dirigirse a vecinos y simpatizantes. Su presencia fue inmediata: cálida pero contundente. “Esta elección no es complicada, es distinta. Y necesita de nuestra conciencia ciudadana”, dijo frente a un público que asentía con fuerza.
El ambiente cambió por completo dos horas después. Desde Pino Suárez 2, justo frente a la sede de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la ministra del pueblo elevó el tono. Aquí, su mensaje tomó un cariz institucional pero firme. Señaló sin rodeos que el Poder Judicial se ha convertido en un “poder de poderes”, una élite que debe abrirse al control democrático. “No podemos seguir dejando este poder en manos de los grandes ricos de este país”, reclamó con la Corte de fondo, como testigo mudo de una era que podría estar por cambiar.
Con el sol del mediodía empapando la explanada, Lenia Batres fue recibida a las 14:00 pm entre aplausos en Campo Revolución. Aquí, su tono fue más cercano. “Este proceso es una oportunidad para que el pueblo tome el poder que le pertenece”, dijo, rodeada de adultos mayores, jóvenes y familias completas que compartían agua y sombrillas. Entre ellos, se hablaba de justicia, de esperanza, de cambio. Su mensaje caló hondo. El aire se llenó de preguntas, reflexiones y entusiasmo. La ministra no solo hablaba, escuchaba.
La jornada cerró en Neza, sobre la avenida Adolfo López Mateos, donde la energía popular alcanzó su punto más alto. Rodeada de lonas, micrófonos y batucadas, Lenia Batres fue recibida como una figura cercana y esperanzadora. Aquí, su discurso se transformó en consigna. Habló de un Poder Judicial del pueblo, no de las élites, y llamó a defender el derecho de decidir con el voto. Las calles vibraban como si ya fuera día de elección. Los vecinos no solo la escuchaban, la rodeaban, buscaban una foto, un apretón de manos, una señal de que esta campaña les pertenece.