Por KUKULKÁN
¡OH, LOS TIEMPOS dorados del capitalismo moderno! Ese sistema tan lleno de contradicciones que, como buen mago de feria, logra que aplaudamos el crecimiento de millonarios mientras la desigualdad crece como el moho en pan olvidado. El informe de UBS sobre la riqueza mundial 2024 lo deja claro: el mundo está cada vez más lleno de ricos… pero no donde uno pensaría. Y sí, México, el país donde el pozole y la pobreza son patrimonio nacional, también ha hecho su magia: ahora tiene más millonarios que nunca, pero menos riqueza que repartir. ¡Bravo!
A NIVEL global, el número de millonarios creció. Más de 680 mil nuevos miembros al exclusivo club de los que no saben cuánto cuesta un litro de leche. Pero antes de que celebremos con cohetones y mariachis, recordemos que el crecimiento fue tan disparejo como una calle recién parchada: mientras en Norteamérica y Europa del Este las fortunas crecieron como hongos, en regiones como América Latina la riqueza se esfumó más rápido que el aumento al salario mínimo frente a la inflación.
LO INTERESANTE (y escandaloso) viene cuando enfocamos el lente en nuestra cálida y desigualmente encantadora región. América Latina perdió 587 mil personas de alto patrimonio neto en 2024. Eso sí, que no cunda el pánico: el 1 % más rico sigue teniendo el 43.5 % de la riqueza. No les vaya a faltar para el yate nuevo. Y luego está México, país que se las arregla para tener cada vez más millonarios, pero también más desigualdad. Según UBS, es el segundo país de América Latina con más millonarios (399 mil), y el número 21 a nivel global. Nada mal para un país donde el 44 % vive en pobreza y el salario promedio no alcanza ni para pagar Netflix, Disney+ y la renta.
EL COEFICIENTE de Gini —esa métrica que mide qué tan mal distribuida está la riqueza— lo confirma: México tiene un Gini de 0.72 en 2024. En lenguaje humano: es el décimo país más desigual del mundo. Sólo lo superan joyitas como Brasil, Sudáfrica y Emiratos Árabes Unidos, donde al menos tienen la decencia de disfrazar el desbalance con autos lujosos y arquitectura futurista. Pero lo que realmente emociona al economista de UBS (y aterra al sentido común) es lo que viene: en los próximos 20-25 años, México experimentará una de las mayores transferencias de riqueza del mundo.
ES DECIR, más de 4 billones de dólares pasarán de manos, principalmente por herencia. O sea, si usted no nació en cuna de oro, mala suerte. La riqueza seguirá circulando entre los mismos apellidos que adornan calles, universidades privadas y portadas de revistas de negocios. Y aun así, los ricos también lloran… o al menos pierden. Porque, aunque los millonarios mexicanos crecieron en número, su fortuna total cayó un 16 % el último año.
PERO pierdan cuidado y no se preocupen por Slim o Larrea: Carlos aún tiene USD 82,500 millones para llorar en su mansión, y Germán puede consolarse con sus USD 28,600 millones. Eso sí, el informe también señala un dato “esperanzador”: mientras la riqueza promedio por adulto en México cayó un 18 % en cinco años, la mediana subió un 16 %. ¿Qué significa esto? Que unos pocos ultra ricos perdieron algo (tranquilos, no vendieron su helicóptero), pero los estratos medios mejoraron marginalmente. ¡Milagro neoliberal!
ENTONCES, ¿qué aprendemos de todo esto? Que la riqueza no desaparece, simplemente cambia de lugar… y casi nunca se muda a donde hace falta. Que podemos tener más millonarios y menos justicia social. Que el 0.3 % de la población puede vivir como reyes, mientras el resto sigue rogando por un crédito a meses sin intereses. En resumen: México avanza… hacia atrás. Y con elegancia. Como siempre.
