Por KUKULKÁN
DICEN que el nepotismo no se hereda, se aprende. Y en Zacatecas, la familia Monreal ya podría dar cátedra universitaria del tema: “De cómo pasar la gubernatura de hermano en hermano sin despeinar la democracia”. Pero resulta que a la presidenta Claudia Sheinbaum ya le dio por ponerle candado al feudo familiar, y eso, a algunos, les está cayendo más pesado que la cruda después del mitin.
EL SENADOR Saúl Monreal Ávila, hermano del actual gobernador David Monreal, y del coordinador de Morena en San Lázaro, Ricardo Monreal, no quiere quedarse fuera del reparto familiar. Con el aire de quien siente que la silla de Zacatecas lleva su apellido bordado en terciopelo guinda, declaró que su aspiración “sigue intacta y firme”. Y cómo no, si la política en esa familia parece un árbol genealógico con presupuesto.
PERO el detalle —pequeño, mínimo, insignificante— es que Morena, siguiendo la línea presidencial, planea ponerle freno al nepotismo. A partir de 2027, los parientes de funcionarios no podrán competir por el mismo cargo. Y justo ahí fue donde Saúl empezó a ver el futuro como un capítulo sin guion. Con toda la serenidad de quien ya tantea las puertas traseras, el Senador aseguró que esperará los tiempos del partido. Pero, por si acaso, ya dejó la puerta entreabierta al PRI y al PAN. Sí, esos partidos que hace poco eran “la mafia del poder” y ahora podrían ser “los aliados del porvenir”. “Vamos a analizarlo, vamos a verlo”, dijo, como quien ya tiene la maleta medio hecha, pero no quiere que lo noten.
PORQUE, claro, en el manual de supervivencia política, el capítulo uno dice: “Nunca digas nunca… y menos si hay candidatura en juego.”
LA PRESIDENTA Sheinbaum, con la calma que da saber quién reparte el juego, le respondió con una sonrisa zen: “Que se espere seis años, está joven, tiene mucha vida por delante”. Traducido del “claudiano” al español: “No insista, senador, que no hay lugar para más Monreales en la tómbola de Morena.” Y es que el partido guinda ya empezó a darse cuenta de que eso de pasar cargos por herencia se parece más al antiguo régimen que tanto critican. Pero algunos parecen no haberlo notado: todavía creen que la revolución de las conciencias incluye beneficios familiares.
LA HISTORIA se repite. En 2021, David Monreal llegó al gobierno zacatecano con la bendición del entonces presidente López Obrador. Hoy, su hermano Saúl quiere repetir la hazaña, aunque los tiempos hayan cambiado y los discursos ya no den para tanto. Morena presume ahora una “renovación ética”, pero en la práctica, algunos cuadros siguen soñando con un sistema de monrealismo hereditario.
“VAMOS a dar la lucha al interior de Morena”, dice el senador. Sí, la lucha… o el berrinche, dependiendo del resultado. Y mientras tanto, los ciudadanos zacatecanos —que ya han visto pasar monreales como si fueran estaciones del año— miran el espectáculo sabiendo que en política, nada envejece tan mal como la promesa del cambio.
CLARO que Saúl tiene razón en una cosa: “el que respira, aspira”. Lo malo es cuando el oxígeno se acaba dentro del mismo apellido. Si se le complica la cosa en Morena, no sería raro verlo abrazado con los mismos que antes tachaba de corruptos. Porque, ya se sabe, en este país, las ideologías duran lo que dura una candidatura viable.
LA ANÉCDOTA deja una lección para todos los que hoy se creen imprescindibles: en el nuevo Morena, los árboles genealógicos ya no dan frutos electorales. Y si alguien lo duda, que le pregunte a Saúl Monreal, que acaba de descubrir que en el jardín de la Cuarta Transformación, el nepotismo ya no florece… al menos de forma oficial.
ASÍ QUE, senador, paciencia. Si la presidenta dice que “hay mucha vida por delante”, quizá no hablaba de la política, sino de la oportunidad de reinventarse. Total, seis años pasan volando… y quién quita que para entonces Zacatecas ya esté listo para un Monreal Reloaded. Mientras tanto, el Nido de Víboras recomienda calma, disciplina… y un buen asesor de imagen. Si algo dejó claro este episodio, es que en la nueva era de Morena, los apellidos pesan, pero las reglas —aunque a regañadientes— empiezan a pesar más.