- El Proyecto de Conservación Integral de Chichén Itzá (PCICI) fue galardonado con el Premio Paul Coremans / Laura Mora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en la categoría de Conservación de Bienes Muebles.
IGNACIO, CANUL
CHICHÉN ITZÁ, YUC.- El Proyecto de Conservación Integral de Chichén Itzá (PCICI) fue galardonado con el Premio Paul Coremans / Laura Mora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en la categoría de Conservación de Bienes Muebles.
Ha sido impulsado significativamente por el Programa de Mejoramiento de Zonas Arqueológicas (Promeza) entre 2022 y 2024.
El reconocimiento subraya la metodología y los resultados de una de las intervenciones arqueológicas más longevas del país, enfocada en la preservación de la iconografía y la materialidad arquitectónica de este sitio Patrimonio Mundial.
Las restauradoras y coordinadoras del proyecto en el Centro INAH Yucatán, Claudia García Solís y Claudia Ocampo Flores, destacaron que el PCICI busca preservar los elementos iconográficos en la arquitectura expuesta.
Es una tarea crucial frente al clima cambiante y la afluencia anual de más de dos millones de visitantes.
Con una inversión aproximada de 24 millones de pesos provenientes del Promeza, se intervinieron 22 contextos en el circuito de visita durante el bienio 2022-2024.
Los trabajos abarcaron atención directa con la restauración de relieves, pintura mural y fachadas de mosaico de piedra.
Así como mitigación de deterioro con la impermeabilización, sustitución de pisos y rejunteo (unión de piedras con morteros) para subsanar las edificaciones.
La atención se basa en diagnósticos pormenorizados iniciados hace dos décadas, identificando los atributos clave del sitio.
El proyecto también incluyó un registro avanzado de los procesos (dibujos, ortofotos y videos) y diversos estudios técnicos, como monitoreos de temperatura, humedad, resistividad eléctrica y colorimetría, muchos de ellos en colaboración con instancias externas.
“Se pensó que una vez ‘puestas en pie’ las grandes estructuras como El Castillo, El Observatorio o el Juego de Pelota, la tarea estaba concluida.
“Con una mirada distinta, el PCICI busca preservar la iconografía en la arquitectura expuesta,” comentó García Solís.
Entre las intervenciones más complejas, Ocampo Flores mencionó el tratamiento de la pintura mural en el Templo Superior de Jaguares y el uso de nanomateriales en la Subestructura del Templo de Guerreros.
Un logro estético y pedagógico destacado fue la restauración del Gran Juego de Pelota; la experta explicó que, originalmente, los relieves de piedra formaban escenas iconográficas policromadas cuyas juntas debían estar cubiertas.
“En el caso de la cancha del Juego de Pelota planteamos recuperar estas formas, con el fin de que los visitantes perciban las figuras de los jugadores participando del ritual.
“Mejoramos la visual de los elementos y la estética cambió totalmente,” argumentó Ocampo Flores.
La ejecución del PCICI involucró a cerca de 150 participantes y colaboradores, incluyendo especialistas, técnicos y personas capacitadas de comunidades aledañas como Pisté y X-Calakoop, fomentando la participación local.
El proyecto amplió su alcance al colaborar con el Gran Museo de Chichén Itzá, realizando análisis de infraestructura, elaboración de guion expositivo y el diagnóstico sistemático para la intervención de los acervos arqueológicos, asegurando la conservación integral de todo el patrimonio.




