Dr. Francisco Leannec González Silva
Cuando se padece miopía, la vista se mejora con más y más aumento en los anteojos. Al contrario, el astigmatismo no tiene una solución fácil, se presenta un ojo perezoso, que tan sólo se trata con un poco de aumento que permite mejorar levemente la vista; ya que al poner mucho aumento genera un efecto inverso al distorsionar la visión. Desafortunadamente, en el astigmatismo, la pereza de un ojo le exige al otro ojo en mejor condición un mayor esfuerzo de visión, hasta agotarlo y arruinarlo por el recargo de funciones.
La miopía y el astigmatismo en términos políticos pueden ser considerados como conceptos metafóricos que describen la incapacidad de una acción política para ver con claridad los problemas, ya sea por enfocarse en lo inmediato en lugar de lo estratégico a largo plazo (miopía) o por distorsionar la percepción de la realidad (astigmatismo).
Estos términos contrastan con las definiciones clínicas, en donde la miopía causa una visión borrosa de lejos y el astigmatismo causa visión borrosa o distorsionada a todas las distancias. La combinación de ambos puede ser especialmente perjudicial, ya que los errores de enfoque temporal se combinan con una falta de claridad general.
La miopía política es muy común en la clase política, ya que muchos la padecen, y aunque tiene solución, no se preocupan por resolver la deficiencia, sino que se aferran a la práctica de que la política es de ocurrencias, entre el mundo de las palabras y el mundo de la acción, de las obras.
Sus decisiones están cargadas de una buena dosis de ignorancia ante la falta de profundizar en los temas que aquejan a la población. Están más concentrados en una política mediática, farandulera, que los exponga en medios de comunicación. Cuando este problema se puede corregir con capacitación real (datos reales), investigación, análisis y dedicación. Con los pasos antes mencionados podrían corregir su visión política.
En el caso del astigmatismo político es lo mismo además de poseer disonancia cognoscitiva, llamada idiotez, que es la incapacidad que los hace ver un mundo que nadie más observa. En este padecimiento de nada sirve la preparación académica como los doctorados, las asesorías, ni los consejos de los sabios, ya que no toman en cuenta la opinión de las mayorías mucho menos el sentir ciudadano. Esa visión perezosa los conduce a una equivoca toma de decisiones, sustentadas en la falta de la realidad.
Desafortunadamente el astigmatismo político parece no tener cura. La pereza óptica consume el interés por la cosa pública, y aunque se generen mayores insumos para el ejercicio del apostolado que representa ser políticos, sirven de poco, ya que sólo están pensando en el beneficio propio. Se rodean de asesores y consultores para corregir su visión, pero ella esta tan enferma, tan perezosa, que sólo provoca una mayor distorsión en su percepción, y su visión política no ve más allá de sus narices.
Con lo anteriormente descrito, se puede entender que estamos gobernados por puros políticos Casimiro o Casiveo, esa es la explicación del porque estamos tan mal. Independientemente del PRISMA con el que se vea.
Epílogo: Cuando al expresidente Gustavo Díaz Ordaz le preguntaron que como seguía de su problema de la vista, respondió que el deducía que no había mejoría, ya que aún “veía dos presidentes”, el entonces presidente José López Portillo dio acuse de recibo y envió a su antecesor Luis Echeverría como embajador de México al otro lado del mundo (Australia y las islas Fiyi) y a Díaz Ordaz a España en el mismo cargo.
Por el bien de su administración y del país, la presidenta Claudia Sheinbaum debería de hacer lo mismo con quien la antecedió en el puesto, ya que el país sigue sin visión y por ende el pueblo sufre de cefalea (inseguridad) y mareo (mala economía) constante.
La presidenta debe de evitar aquella expresión del neoliberalismo del “ni los veo ni los oigo”, ya que corre el riesgo de que el país se le deshaga en sus manos.




