POR KUKULKAN
ERNESTINA Godoy Ramos no recibió una oficina. Le dejaron una zona de desastre. No asumió una institución, sino una piñata llena de casos reventados, investigaciones a medio cocer y expedientes empolvados por el olvido y la conveniencia política. Lo que recibió de Alejandro Gertz Manero no fue una Fiscalía General de la República (FGR), sino una bodega de promesas rotas, venganzas personales y justicia selectiva con disfraz de legalidad.
LA AHORA fiscal —que viene bien arropada por el manto de confianza de la presidenta Claudia Sheinbaum y la dupla previa con Omar García Harfuch— no tiene tiempo para instalarse. Desde el día uno, tiene que bailar sobre minas judiciales: desde el culebrón de Odebrecht que terminó en telenovela sin final, hasta la tragicomedia del caso Ayotzinapa que sigue en pausa como serie cancelada por falta de presupuesto moral.
¿Y QUÉ decir del legado de Gertz? Siete años que pasaron con más silencios que sentencias. Más filtraciones a medios que órdenes de aprehensión ejecutadas. Más discursos sobre combatir la corrupción que corruptos en la cárcel. “El caso Lozoya será emblemático”, prometió alguna vez. Sí, emblemático de cómo arruinar una investigación con testigos estrella venidos a menos, pruebas desechadas y acusaciones que se diluyeron como su protagonismo.
A GODOY le dejaron una herencia de oro… pero en promesas, no en resultados. El caso de Peña Nieto y sus múltiples carpetas de investigación parece más un mal chiste de burocracia judicial que un esfuerzo real por rendir cuentas. Si no fuera trágico, causaría risa: el exfiscal culpando a la UIF por no ratificar denuncias mientras el expresidente priísta pasea libre y sonriente por el extranjero. El viejo juego de echarle la bolita a otro para no ensuciarse las manos.
PERO por si eso fuera poco, el álbum de los impresentables también incluye a “Alito” Moreno y Cabeza de Vaca, a quienes Gertz investigó con la intensidad de una telenovela turca: mucho drama, ningún final. A uno nunca le pidió el desafuero, y al otro lo dejó escapar con todo y ficha roja suspendida gracias a un amparo. Mientras tanto, ambos siguen operando políticamente como si nada, sonrientes y bronceados.
LA NUEVA fiscal también tendrá que soplarle a las brasas del caso Ayotzinapa, porque decir que Gertz “rompió con la verdad histórica” es como asegurar que le cambió el color al Titanic. La verdad sigue tan hundida como siempre, y las familias, igual de indignadas. La extradición de Tomás Zerón y la localización de los 43 siguen pendientes, junto con el respeto a la inteligencia pública.
Y CLARO, no puede faltar el desfile de empresarios con nombre y apellido, entre ellos Raúl Rocha Cantú —el glamoroso presidente de Miss Universo convertido en testigo protegido—, que parece haber comprado la inmunidad a plazos con la tarjeta de “criterio de oportunidad”. ¿Justicia o trueque? En la FGR de Gertz todo se negocia, todo se retrasa y nada se concluye.
EL HUACHICOL fiscal, las factureras VIP de los Álvarez Puga y la telenovela de Javier Duarte con su esposa exiliada son sólo la cereza en este pastel de podredumbre institucional. Si Godoy quiere diferenciarse de su antecesor, va a necesitar más que voluntad: tendrá que ser fiscal, bombera, terapeuta institucional y, por supuesto, limpiadora de expedientes embarrados por años de impunidad.
TIENE experiencia, tiene aliados y, dicen, tiene carácter. Pero también tiene enfrente un aparato judicial que suele ser más obstáculo que solución, más cómplice que contrapeso. Porque en México, como bien lo sabía Gertz, la justicia muchas veces se administra, se negocia o se guarda… pero rara vez se aplica.
ERNESTINA tiene la escoba. El desastre está en el suelo. Ahora falta ver si barre con todo… o termina pisando el mismo lodo que su antecesor.
