POR KUKULKÁN
CON GRAN ATINO el periodista, historiador y escritor Ryszard Kapuscinski tituló a uno de sus brillantes libros “Los cínicos no sirven para esta profesión”, un ensayo sobre el buen periodismo, que seguramente nunca leyó, y ni siquiera entendería, el “empresario editorial” Carlos Canabal Ruiz quien ha encontrado en esta noble profesión la forma para hacerse de una inmensa fortuna a base de la extorsión y la calumnia contra quienes se atraviesan en sus torcidos intereses, que nada tienen que ver con el derecho a la información.
DUEÑO del periódico “La Verdad” de Quintana Roo, durante casi tres quinquenios Canabal Ruiz ha engrosado su fortuna utilizando el medio informativo como un arma para amenazar y prácticamente obligar a políticos, gobiernos y empresarios para que lo hagan partícipe de sucios negocios, o le den convenios de publicidad, licitaciones públicas o millonarias concesiones como el de la recolección y transporte de residuos sólidos urbanos en Cancún que tramposamente amarró por 20 años, pero que en menos de tres de operación mostró su incapacidad física y financiera para garantizar un buen servicio.
EN DICIEMBRE pasado, el negocio se le cayó luego de que el ayuntamiento decretó la intervención del servicio y decidió hacer a un lado a la empresa de Canabal porque la acumulación de basura en las calles metió al municipio en una grave crisis de salud por los desechos sólidos sobre las principales avenidas y calles de la ciudad, que derivó en protesta de trabajadores recolectores por la falta de pago de sus salarios y la inconformidad social por el riesgo de que se agraven los contagios por SARS-CoV-2.
EN ESTA administración municipal parece que la vulgar ambición de Canabal encontró la horma de su zapato con un gobierno al que al principio influyó y manipuló para pretender sacar beneficios como el del frustrado intento de que el Congreso estatal le aprobara su proyecto de instalar contenedores de basura en negocios y domicilios que le costarían al usuario a través de un sobrepago que estaría determinado por la capacidad de los recipientes y el tiempo empleado para llenarlo, pero afortunadamente se le cayó aun cuando el cabildo de Benito Juárez se había adelantado para aprobarlos en lo “oscurito”.
EL PODER que ostenta Canabal a nivel local fue producto de su breve interinato como presidente municipal de Benito Juárez, en sustitución de Juan Ignacio García Zalvidea, y las torcidas relaciones que comenzó a tejer desde el poder con empresarios y políticos locales para mejorar su situación patrimonial y para evitar que lo cuestionaran por el gran atraco que cometió con la indiscriminada autorización de usos de suelo que permitieron el crecimiento vertical de la ciudad de Cancún a cambio de generosos ‘moches’.
EN EL NOMBRE del derecho a la información, la empresa editorial de Canabal participó en la “Gran Estafa” de más de 800 millones de pesos por los que sigue presa Rosario Robles, acusada de haber avalado las transferencias que se hicieron hacia sistemas de radio y televisión estatal supuestamente para campañas publicitarias, pero que en realidad fueron a parar a diversas cuentas de empresas periodísticas, una de ellas la del tabasqueño a quien su paisano el Presidente Andrés Manuel López Obrador se ha referido a él como “rapaz”; por estos hechos, Canabal hoy enfrenta investigaciones ante la Fiscalía General de la República y denuncias en la Unidad de Inteligencia Financiera.
EL OCASO de Canabal —el empresario gansteril del periodismo con su devaluada arma “La Verdad”— parece estarle tocando la puerta ahora que el Tercer Tribunal Colegiado federal le dio la estocada en el juicio que promovió para que el ayuntamiento respete el contrato por la concesión del servicio de limpia y transportación de residuos sólidos, pero los magistrados no sólo decretaron la intervención total temporal, sino que ordenaron también la suspensión de pagos y cualquier remuneración a Intelligencia México, así como la contratación ‘inmediata’ de un tercero con capacidad técnica, humana y financiera para poder cumplir con eficiencia; es cierto, el cinismo no se lleva con el buen periodismo.