OPINIÓN DE LA NAUYACA

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NAUYACA 12 ABRIL

LAS ENSEÑANZAS QUE ME DEJÓ HUGO

Ferdinard Recio López

Twitter, Facebook, estaciones de radio, todos hablaban de lo mismo, el periférico de la CDMX estaba colapsado por que un grupo de manifestantes cerró todos los carriles de acceso a la ciudad. No miles ni cientos de miles probablemente más de un millón de personas afectadas para llegar al trabajo, para lograr llegar al hospital, para atender una emergencia se veían gravemente afectadas.

A los minutos las redes sociales y los medios decían que un grupo reducido de personas estaba causando el desastre vial. Minutos más tarde se daba a conocer que eran unos padres, su familia y amigos de ellos quienes exigían la captura del sujeto que ya tenían identificado que horas antes había matado a su hijo en una fiesta.

De inmediato, y como tristemente pasa en este mundo de posverdad, aparecieron imágenes del joven asesinado de quien se dijo que estaba en una fiesta clandestina y que por ponerse a correr como loco (aludiendo a estar bajo los influjos de alcohol o alguna droga), fue sometido y luego asesinado por uno de los organizadores. Vi mensajes deplorables en las redes sociales: “Él se lo buscó”, “seguro era un drogadicto”, y así uno tras otro. Por otro lado, aparecían entrevistas a los manifestantes que en forma estoica e ilegal resistían la presión de cientos de personas que deseaban pasar.

Las autoridades mientras tanto brillaban por su incapacidad y es que al haber medios cubriendo la nota, ya no se atrevían a liberar las vías de comunicación, ya que eso implicaba arrastrar a una madre clamando justicia. Y eso, claramente no es políticamente correcto. En pocas horas millones de mexicanos conocimos la cara del presunto asesino, su nombre se difundió por todos lados, la petición estaba ahí, nos moveremos cuando haya orden de aprehensión en su contra. La lentitud del proceso en las autoridades se evidenció, y es que nadie podía llegar con la orden mientras más de 11 km de carros varados se acumulaban. Tal vez más de una persona perdió la vida por no llegar al hospital gracias a eso, pero eso no importaba, la autoridad no sabía qué hacer.

Tras 11 horas y ver que ya había orden de aprehensión se logró acordar con los manifestantes que al menos un carril se abriría y así sucedió, a las horas el presunto asesino se entregó y con eso llegó la apertura total de la vialidad. Y un dato final, Hugo no tenía ni alcohol ni drogas en su autopsia.

¿Es válido ir a una fiesta a divertirse? Claro que sí. ¿Está mal ir a una fiesta clandestina? Claro que sí, pero eso no implica que, por ir a una, la persona está buscando morir. Y es probable que muchos asistentes ni siquiera supieran que era una fiesta clandestina, quien hizo el mal, fue quien la organizo y las autoridades que o no se dieron cuenta, o corruptamente la permitieron. Me inclinó a lo segundo ya que luego se supo que eran recurrentes.

¿Por estar tatuado o vestirte de alguna manera, eres drogadicto? Claro que no, parte de los peores delincuentes en este país usan traje y parecen “decentes”.

¿Se puede validar la información de redes y opinar sin investigar? De poder sí, de deber, NO. La forma en que hoy se puede denigrar, difamar y dañar a alguien por interpretaciones o información falsa es increíblemente dañina. Estamos ante una realidad abrumadora, pasamos del análisis a una sociedad idiotizada.

¿Es válido violar el libre tránsito y dañar a millones para pedir justicia? Firmemente creo que no, pero hoy tristemente es necesario, porque hoy la frustración ante la inoperancia de las autoridades, ante el sistemático proceso de violación del estado de derecho desde el propio gobierno, nos están empujando a la ciudadanía a tomar justicia en propia mano.

Hugo nos dejó varias enseñanzas con su muerte, la primera y más importante, toda vida vale y es deber y obligación del gobierno y la sociedad cuidarla y protegerla.

Nos enseñó que las redes sociales hoy manipulan y controlan nuestra información y pensamientos.

Nos demostró la grave ausencia de estado de derecho y la incapacidad de las autoridades una vez más.

Pero sobre todas las cosas nos enseñó que cuando se quiere hacer justicia se puede hacer por exigencia social.

Dios nos cuide para que no haya más víctimas como Hugo, para que como sociedad nos encontremos en un camino de unidad y de lucha por ser mejores ciudadanos, capaces de hacer lo que los gobiernos ya no hacen.

Gracias Hugo, descansa en paz.

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