- A pesar de la promesa de movilidad integrada en inclusiva de la CDMX, usuarios de transporte público enfrentan dificultades en el acceso.
BERNARDO URIBE / AGENCIA REFORMA
CIUDAD DE MÉXICO.- A pesar de la promesa de movilidad integrada en inclusiva de la CDMX, usuarios de transporte público enfrentan dificultades en el acceso.
Algunos de los afectados son los adultos mayores que tienen que subir los escalones de los autobuses y quienes viven con alguna discapacidad y se encuentran en incertidumbre por la disposición de elevadores o rampas.
De los 179 elevadores ubicados en 76 estaciones del Metro, 25 aún cuentan con lector de tarjetas para su acceso, por lo que se tiene que depender del personal del Sistema de Transporte Colectivo (STC).
Para Tania Sánchez y Alejandro Castillo, activistas por las personas con discapacidad, la movilidad en la Capital se ha vuelto cada vez más complicada porque se ha relegado a las personas con movilidad limitada a recurrir a transportes privados o tener que pelear con la infraestructura.
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“El Metrobús muchas veces no se acopla bien a las estaciones y dejan mucho espacio entre las unidades, y la verdad es que es muy peligroso subir la silla de ruedas”, señaló Sánchez.
“En el Metro, ya van varias veces que no podemos ingresar a ninguna de las estaciones porque están descompuestos los elevadores o las plataformas que tienen no sirven y no hay otra forma de acceder”.
Sánchez y Castillo crearon una plataforma para difundir las problemáticas en la CDMX de personas con discapacidad, llamada iWheelLoveU, pero a pesar de ello tienen que pelear con los usuarios del transporte, ya que la sociedad no está preparada para respetar los espacios que se han logrado obtener, aseguraron.
“Aparte de pelear con la infraestructura, te peleas con la gente, con la discriminación y la violencia, porque la gente tiene un enojo de que haya espacios especiales, pensando que son un privilegio, cuando es una necesidad, y los entendemos, el problema es que esa empatía no existe hacia este lado”, apuntó Sánchez.
SOBRE EL CONCESIONADO
La activista subrayó que la mayoría de las unidades están obsoletas en cuanto a la accesibilidad, ya que se tienen que enfrentar con los escalones o unidades de pisos altos sin espacios necesarios para acomodar sillas de ruedas y otros aparatos.
“El problema es que nunca se consulta a las personas con discapacidad, se diseñan los sistemas de transporte sin tomar en cuenta las necesidades, además de que hemos visto muy poca voluntad política de consultarlo”, indicó.
Ernesto Morúa, especialista en movilidad, afirmó que, aunque se esté apostando por corredores de transporte de piso bajo, aún hay zonas problemáticas.
“Una de las principales observaciones es en torno a las paradas, que en muchos espacios, sobre todo en periferia, siguen siendo inaccesibles para muchas personas”, destacó el experto.
Con el programa de movilidad en 2019-2024, se ha apostado a transformar el transporte público concesionado a corredores; sin embargo, las empresas siguen apostando por modelos de camiones tradicionales y no por aquellos que puedan ofrecer más modificaciones para facilitar la accesibilidad.
Aunque muchas de estas unidades cuentan con asientos reservados para personas de la tercera edad, embarazadas o con alguna discapacidad, no es suficiente, ya que sigue existiendo el problema de los pisos altos, los espacios estrechos y la poca empatía de los conductores y otros usuarios.
“Sería prudente cuestionarnos como Ciudad si es necesario que todos los autobuses tengan la posibilidad de piso bajo y también de que existan elementos en las paradas que nos garanticen que las personas con discapacidad puedan ingresar al autobús de manera segura y, en el caso de las ciclovías, de que puedan entrar sin estar bajando y subiendo escalones”, precisó Morúa.
EL CAMBIO DE UNIDADES
El Artículo 97 de la Ley de Movilidad de la Ciudad de México estipula que las unidades destinadas al servicio de transporte público de pasajeros que circulan en vías de tránsito vehicular deberán ser sustituidas cada 10 años, tomando como referencia la fecha de su fabricación.
Sin embargo, los especialistas apuntaron que es casi imposible poder cumplir con estos plazos, debido a la complejidad que ha resultado poder entablar acuerdos con las empresas concesionarias y los conductores.
A pesar de eso, la Capital ha entregado 2 mil 485 bonos de chatarrización hasta el 13 de marzo de 2023, y pretenden llegar a la meta de cambiar los 5 mil 800 microbuses que existían en 2018 al final de la Administración.
Morúa aseguró que al momento de pensar en cambios de las unidades se tendría que tener en mente una política integral de transporte en dos principales ejes: la infraestructura y la capacitación del personal, ya que dependen la una de la otra para brindar una verdadera accesibilidad.
OTROS PROBLEMAS
Los creadores de iWheelLoveU señalaron que no sirve que la infraestructura sea amable, mientras no exista una cultura cívica.
De acuerdo con Álvaro Madrigal, director general de coordinación de organismos públicos y proyectos estratégicos de la Secretaría de Movilidad (Semovi), los conductores de Trolebús y RTP sí están capacitados para brindar atención a los sectores prioritarios al momento de abordar; sin embargo, rara vez brindan el apoyo.
“La Secretaría (Semovi) cuenta con una Norma Técnica que obliga a los concesionarios a cumplir con ciertos parámetros de accesibilidad (…) además, se han adquirido cientos de unidades del transporte eléctrico con características 100 accesibles y se han brindado capacitaciones a los conductores para que brinden un servicio universal a todas las personas”, explicó.
A pesar de los avances en la red de movilidad integral, los concesionarios siguen apostando por modelos de autobuses tradicionales, de piso alto, sin elevadores o rampas especiales, incluso muchos modelos sin los espacios en la parte trasera para silla de ruedas.
El especialista detalló que los concesionarios tienen que tomar en cuenta el presupuesto de los bonos y las características de las rutas que recorren, ya que no todas las calles de la Ciudad son óptimas para unidades bajas o articuladas.
La anatomía de avenidas como Tlalpan, Revolución o División del Norte hacen difícil la existencia de unidades eléctricas y accesibles, por lo que son rutas que personas con discapacidad tienen que usualmente evitar.
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