Priva desorden y crecen saqueos

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Priva desorden y crecen saqueos
  • A dos días del impacto del huracán “Otis”, en el puerto priva el desorden por la falta de agua, luz y telefonía.
ROLANDO HERRERA – BENITO JIMÉNEZ  / AGENCIA REFORMA

ACAPULCO, GUERRERO.- A dos días del impacto del huracán “Otis”, en el puerto priva el desorden por la falta de agua, luz y telefonía; crecen los saqueos en prácticamente todos los comercios de la costera y la incertidumbre por el desabasto de insumos entre pobladores y turistas varados.

Con el sol a plomo y a una temperatura que llegó a 35 grados, miles de acapulqueños deambulaban por las calles, otros desesperados buscaban víveres, muchos se sumaban a saqueos y otros tantos querían huir para quedar atrapados en un enjambre de autos que no circulaban ante caminos cerrados por destrozos y deslaves.

Era evidente que las autoridades de todos los niveles estaban rebasadas. Muchos saqueos ocurrieron mientras soldados barrían o escombraban destrozos.

Apenas ayer se anunció el envío de mil 300 guardias nacionales y 10 mil efectivos militares para atender la contingencia en Guerrero que parecen insuficientes ante la dimensión de la tragedia.

La Costera Miguel Alemán mantenía los estragos de la furia de “Otis”: marquesinas derrumbadas, colchones que volaron desde los condominios, pedazos de madera y restos de vidrio por todos lados.

Juan Manuel Vargas, abogado de 66 años, chilango y visitante asiduo de Acapulco, aseguró que a pesar de que ahuyentó a unos jóvenes que pretendían robarle partes de su vehículo, no se percató que le robaron gasolina.

“La Marina vino y nada más a una tienda; se surtieron y se fueron. Dejaron la calle bloqueada como ves. No es posible eso”, reprochó.

Sobre la Costera no hubo una tienda de conveniencia que no fuera saqueada, tampoco se salvaron grandes  almacenes, agencias de autos y una empresa de paquetería de donde no sólo sustrajeron los envíos, sino también la gasolina de las camionetas repartidoras y las baterías.

A un costado del Parque Papagayo, sobre la Avenida Cuauhtémoc, lucían derribados postes de luz con las líneas de transmisión rotas. Ramas de árboles obstruían el paso y también las láminas que volaron de techos cercanos.

Los automovilistas maniobraban para esquivarlos, convertían una vía en dos sentidos, se daban vuelta en retornos inexistentes y entre ellos se preguntaban si tal o cual arteria estaba libre o bloqueada.

Intentaban huir y buscar refugio con familiares en Chilpancingo o poblados aledaños. Miles de vehículos intentaban salir del puerto provocando congestionamientos y filas de hasta cinco horas para salir a la Autopista del Sol.

En el caso de la carretera libre Acapulco-Chilpancingo se reportaban retenes de pobladores, que amenazaban a automovilistas y restringían el paso.

Isabel López, una vecina porteña, hizo notar que no se veía a ninguna autoridad.

“Aquí no hay autoridad, no sabemos nada de la Alcaldesa Abelina López, ni de la Gobernadora (Evelyn Salgado). ¿Dónde están? ¿Por qué nadie responde por todo este caos?”, reclamó.

Ni tampoco se veía personal de limpia seccionando y retirando árboles caídos; ni trabajadores de Protección Civil supervisando estructuras, ni oficiales dirigiendo el tránsito.

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