NIDO DE VÍBORAS

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Por KUKULKÁN

EN UN ÁGIL vuelo por el tortuoso cielo de la política quintanarroense, una bandada de diputados se ha lanzado en picada hacia sus ambiciones, dejando el nido del Congreso estatal más frío que los congeladores de sus iniciativas legislativas. Y es que, en un acto de deserción casi poético, 12 de nuestros 25 ‘honorables’ representantes ciudadanos decidieron que jugar a las campañas es mucho más divertido que cumplir con el tedio de legislar.

ANTE tal prioridad, el escenario se ha convertido en el perfecto campo de entrenamiento para sus inexpertos suplentes, quienes ahora se afanan en descifrar cómo mover las piezas en el tablero de ajedrez legislativo. Mientras tanto, más de un centenar de iniciativas languidecen en el limbo de la burocracia. Tan sólo en la última semana, se presentaron 33 reformas a diversas leyes, de las cuales sólo cuatro recibieron luz verde. Si esto no es una desaceleración legislativa, entonces, ¿qué es?

PERO no todo está perdido, o eso parece creer el diputado presidente de la Comisión de Asuntos Legislativos, Ricardo Velazco Rodríguez. Con un optimismo que roza lo cómico, asegura que este ritmo de trabajo es parte del ‘proceso normal’ de cualquier legislatura que se respete. Claro, según él, la llegada de los suplentes no ha paralizado el proceso legislativo significativamente. ¿Será que tiene una definición diferente de ‘significativo’?

A PESAR de que las sesiones se han duplicado recientemente, parece que sólo se aprueba lo que es “urgente, necesario o prioritario”. Una pena que no nos detallen qué criterios mágicos determinan tal prioridad. Si bien hay prioridades para el estado, como la crucial iniciativa de reforma a la Ley de Movilidad que urge ser armonizada con la legislación federal, ¿quién tiene tiempo para eso cuando hay campañas que atender?

ESTE panorama no sólo es desolador por la parálisis aparente; es también un golpe directo al bolsillo del ciudadano. El Congreso de Quintana Roo no sólo es uno de los más caros del sureste, sino que ahora parece ser también uno de los menos eficientes. Entre suplentes aprendices y sesiones estériles, los quintanarroenses están financiando paradójicamente un costoso curso intensivo de cómo no legislar.

POR SUPUESTO, una mirada más crítica podría sugerir que la situación actual es simplemente un reflejo de un sistema político donde las carreras se valoran más que la capacidad para gobernar eficazmente. Los diputados titulares, con su precipitada partida en busca de nuevos horizontes políticos, han demostrado una vez más que las promesas electorales son tan efímeras como la espuma del mar caribeño. Mientras tanto, los ciudadanos quedan atrapados en un ciclo interminable de promesas no cumplidas y expectativas defraudadas.

ES IRÓNICO, aunque no sorprendente, que mientras los diputados en funciones se embarcan en sus cruzadas personales, los suplentes deben lidiar con el complejo legado de legislaciones a medias e iniciativas que se acumulan como montañas. ¿Cuándo volverá el Congreso a ser un verdadero hervidero de actividad legislativa y no un simple nido de víboras en plena campaña electoral? Al ritmo que vamos, parece que será más tarde que temprano. No obstante, la esperanza es lo último que se pierde… aunque, en Quintana Roo, a veces se pierde también.

@Nido_DeViboras