- Seguridad, la promesa eterna.
Haidé Serrano
Cada proceso electoral se centra en la misma promesa: devolverle la seguridad a la ciudadanía. Es lógico. Cuando se le pregunta a la gente qué es lo que más le preocupa sigue ocupando el primer lugar la seguridad. La percepción que tiene la gente acerca de su tranquilidad se agrava cada vez más. Estados de la República que vivían en la despreocupación han pasado al miedo latente.
Pero la inseguridad la viven de distinta manera las personas. La problemática es tan compleja y profunda que requiere que quienes aspiran a gobernar observen a detalle cómo la viven sus habitantes. Es obvio que la padecen de manera diferente quienes viven en cotos con personal de seguridad a aquellas personas que habitan zonas de invasión de terrenos, muy comunes en Quintana Roo. No se trata solo del lugar, sino de la condición en la que se encuentren, su género, edad, oficio, etc.
Por ejemplo, la migración. Quintana Roo es uno de los estados del país con mayor representación de personas de todo México y del mundo. Esta diversidad obliga a perfilar políticas públicas que tomen en consideración cómo la sociedad vive la migración, tanto temporal como permanente. Y no solamente se trata del impacto que tienen las y los turistas en las dinámicas sociales, sino en las actividades que realizan en el suelo mexicano que propician situaciones de inseguridad.
Las personas que trabajan en la construcción, miles de ellas, son presas de la delincuencia organizada. Es uno de los grupos más vulnerables de la sociedad, pues se integran por personas que han migrado de Centroamérica, quienes huyen de la violencia de sus países para sobrevivir en el norte de Quintana Roo; también hay de Chiapas, Campeche y Yucatán, todas ellas de los estratos más pobres, quienes encuentran en la industria de la construcción su supervivencia, pero también el alcoholismo, la drogadicción y la muerte.
¿Las y los candidatos están pensando en estas personas, en proteger sus derechos humanos?
Para las mujeres la inseguridad se agrava por el solo hecho de ser mujeres. Y se recrudece si son migrantes, niñas, pobres, indígenas. La violencia de género en contra de ellas persiste. Según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), en el primer trimestre del 2024, en México se han registrado 621 asesinatos de mujeres.
En el mismo trimestre, 184 han sido clasificados como feminicidios, y los estados con mayor incidencia son la Ciudad de México, el Estado de México y Nuevo León.
Es importante subrayar que además existen las cifras negras, todas esas agresiones contra las mujeres que no llegan al conocimiento de las autoridades y que, cuando se trata de la violencia en contra de ellas, las autoridades se ocupan de ocultar con mayor interés.
Mientras la violencia de género en contra de las niñas y las mujeres persista, el trabajo de quienes gobiernan está incompleto. Si las políticas públicas siguen sin observar las particularidades de la sociedad, sus cambios constantes, no habrá mejoría. Y, sobre todo, si continúan sin incorporar la perspectiva de género y la interseccionalidad a sus promesas de campaña, y después, a las políticas públicas, le seguirán hablando a una sociedad que no existe.
@HaideSerrano es maestra en Género, Derecho y Proceso Penal y licenciada en Ciencias de la Comunicación. Dirige y conduce Feminismos en Corto sin Tanto Rollo, una plataforma sobre feminismo, perspectiva de género, igualdad, derechos humanos y paz. Es autora del libro “Mujeres líderes en la pandemia”. Columnista en Luces del Siglo y Milenio. Conductora de Luces del Siglo El Podcast.
