NIDO DE VÍBORAS

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Por KUKULKÁN

DURANTE las vísperas del pasado proceso electoral, la oposición se desgarraba las vestiduras profetizando un apocalipsis de violencia con la clara intención de deslegitimar los resultados a sabiendas que no les eran favorables ni en las encuestas ni en el ánimo ciudadano, pero muy pronto la realidad les dio un revés más fuerte que un huracán caribeño. Sus intentos de instaurar un clima de terror no sólo fracasaron estrepitosamente ante el oportuno despliegue policiaco implementado por el gobierno de Quintana Roo, sino que ahora los datos oficiales del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública no dejan lugar a dudas: la incidencia de siete delitos de alto impacto ha disminuido en los primeros cuatro meses de 2024.

PARA aquellos que se autoproclaman guardianes de la verdad, los números deberían ser un doloroso recordatorio de que la manipulación y el alarmismo no son estrategias electorales válidas. De enero a abril, la entidad reportó una reducción del 35.7% en homicidios dolosos en comparación con el mismo periodo del año pasado. Y mientras el resto del país vio un aumento promedio del 8.5% en este delito, aquí se celebró una caída notable. En Querétaro, la única entidad que superó esta reducción, la baja fue del 45.5%. En cambio, Durango y Tlaxcala vieron duplicar su incidencia de asesinatos. ¡Vaya contraste!

LA REDUCCIÓN no se limitó a los homicidios. El feminicidio, una plaga que el discurso opositor exacerbaba con morboso entusiasmo, se mantuvo en una tasa de 0.20 por cada 100 mil mujeres, cifra impresionantemente baja comparada con los picos de 2.61 en 2021. Pero claro, estos son datos que la narrativa del miedo no quiso reconocer. ¿Y qué decir del secuestro? La incidencia actual es de 0.24 por cada 100 mil habitantes, una cifra que deja en ridículo a los alarmistas que veían secuestradores en cada esquina. En los peores años, 2019 y 2017, las tasas eran de 1.30 y 1.18 respectivamente. No hay comparación.

LA POLÍTICA de seguridad del estado, centrada en el combate a estos siete delitos de alto impacto, ha dado frutos tangibles. El robo a casa habitación, el robo de vehículo y el robo a transeúnte han visto disminuciones significativas. En 2016, la incidencia de robos a casa habitación era de 129.69 por cada 100 mil habitantes; hoy es de 20.57. Similarmente, el robo de vehículo ha bajado de 27.49 en 2016 a 11.21 en 2024. Y el robo a transeúnte, que llegó a tasas alarmantes de 123.76 en 2019, hoy está en 26.34.

SIN EMBARGO, la desesperación por el poder hace que algunos políticos recurran a cualquier medio para conseguir votos, incluso si eso implica sembrar miedo e inseguridad en la población. Inventar narrativas apocalípticas para intentar deslegitimar unas elecciones es un acto de vil manipulación que afortunadamente no prosperó en Quintana Roo. Los ciudadanos, con su voto, demostraron que prefieren la verdad y la seguridad sobre el ruido y la confusión que algunos querían imponer.

NADIE está sugiriendo aquí que el problema de la inseguridad se haya abatido por completo en el estado, pero magnificar eventos delictivos y hasta inventar mediáticamente situaciones de alto riesgo como asesinatos seriales en la capital Chetumal, la violencia desatada en Solidaridad o el repentino surgimiento de un grupo armado en Cozumel, producto de una invención digital, no tuvieron el efecto esperado. La realidad, respaldada por datos irrefutables, ha desenmascarado a estos profetas del caos, mostrando que la paz y la seguridad pueden prevalecer incluso frente a las más oscuras maquinaciones políticas.

@Nido_DeViboras