NIDO DE VÍBORAS

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Por KUKULKÁN

CAMPECHE, ese pacífico y pintoresco estado al sureste de México, parece haberse especializado en algo más que en sus hermosas playas y su deliciosa cochinita pibil. No, queridos lectores, Campeche ha demostrado ser un verdadero semillero, pero no de maíz ni de henequén, sino de políticos con más propiedades que las tunas en un nopal. Y es que, si en algo han sabido destacarse los hijos de esta tierra, es en multiplicar sus bienes con la misma facilidad con la que proliferan las denuncias en su contra.

TOMEMOS por ejemplo a Alejandro “Alito” Moreno, ese exgobernador que más bien parece un mago de la inmobiliaria. Alito, ahora auto reelegido en líder nacional del PRI, ha demostrado que no sólo sabe cómo eternizarse en un partido, sino que también es un prodigio en hacer aparecer propiedades por todo Campeche, y más allá. A este hombre le han encontrado más terrenos y casas que a un narco después de un cateo, pero claro, todo siempre bien legalito y transparente… al menos en su mente.

Y MIENTRAS Alito sigue navegando plácidamente en su mar de propiedades, otro brillante político campechano, Eliseo Fernández Montúfar, ha decidido que lo mejor para la salud pública es que los recursos de su querida comuna se inviertan en… su propia farmacia. ¡Sí, señores, qué acto más altruista! Este exalcalde y excandidato a gobernador por Movimiento Ciudadano ha sido recientemente inhabilitado por 20 añitos, una nimiedad, después de que se descubriera que usó fondos públicos para remodelar su casita y de paso montarse un consultorio de “bajo costo”. Claro, bajo costo para él, porque los campechanos ya están pagando la factura con intereses.

PERO no crean que Eliseo se iba a quedar tranquilito después de esta faena. No, el hombre ha decidido tomar una prolongada siesta en el país de los prófugos, porque con tres órdenes de aprehensión sobre su cabeza, cualquiera necesita un descanso. Y qué mejor lugar que una cómoda propiedad, probablemente financiada por el erario, para pensar en sus próximos pasos. Así que, para aquellos que aún creen en la inocencia de estos personajes, les aconsejo darse una vuelta por Campeche y visitar alguna de las numerosas propiedades de Alito o, si tienen suerte, encontrar a Eliseo supervisando la construcción de su próxima inversión. Y recuerden, en Campeche el que no tiene propiedades es porque no sabe robar… perdón, digo, administrar.

POR SUPUESTO, porque si hay algo que en Campeche no falta son historias para llenar párrafos de corrupción y desvergüenza. Alito y Eliseo no son casos aislados; son el reflejo de un modus operandi que ha arraigado con fuerza en la política local. Y si no me creen, basta con echar un vistazo a la lista de exfuncionarios que, tras pasar por la administración pública, terminan con más propiedades que un desarrollador inmobiliario. ¿Y qué hace el resto del país mientras tanto? Pues observar, porque, aunque Campeche sea pequeño en territorio, en escándalos es gigante. Mientras en otras partes se pelea por un cargo o se sueña con ser funcionario, en Campeche el sueño ya viene con escritura pública y un par de terrenos de regalo.

Y LO MEJOR de todo es que, en este edén tropical, la justicia parece tomarse su tiempo, permitiendo que estos personajes se disfracen de empresarios exitosos mientras la gente sigue esperando que, por una vez, el dinero público termine en donde debería: en beneficio del pueblo. Pero no nos confundamos, no es que la gente de Campeche acepte estas prácticas con resignación. Hay quienes se indignan, quienes protestan y quienes siguen luchando por una política más limpia. Sin embargo, en un lugar donde el nopal da más que sólo tunas, parece que la batalla es larga y el camino está lleno de espinas.

@Nido_DeViboras