NIDO DE VÍBORAS

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Por KUKULKÁN

LA SUPREMA Corte de Justicia de la Nación, esa venerable institución que siempre ha sabido cómo jugar a las sillas con los Poderes de la Unión, ha llegado a su Undécima Época. ¿Qué mejor manera de celebrarlo que con una buena dosis de parodia? Porque, seamos francos, si la Corte ha demostrado algo en 153 años de existencia, es que la comedia y el drama pueden coexistir en un solo organismo.

EN 1871, cuando todo empezó, la Corte era más una promesa que una realidad. Imaginen la escena: los ministros estrenando toga, muy dignos, mientras Porfirio Díaz planeaba un levantamiento con más futuro que ellos. Y claro, entre los incidentes administrativos y las revueltas, la Corte tuvo su primer “resbalón editorial”. ¡Ni Semanario Judicial de la Federación ni nada! Eso sí, aprendieron rápido: cuando te peleas con el Ejecutivo y el Legislativo, mejor ten un plan de contingencia.

ENTRADO el moderno siglo XX, la Suprema Corte ya había perfeccionado el arte del desaparecer y reaparecer como un mago en Las Vegas. La Cuarta Época, que empezó en 1898, terminó con Venustiano Carranza diciendo “aquí mando yo” y cerrando la tienda. Sin publicaciones, sin ministros, pero con mucho ánimo revolucionario. ¡Ah, los buenos tiempos!

PERO la Octava Época fue donde la magia se hizo política. Con el arranque del periodo neoliberal en 1988, la Corte se preparó para la gran obra de Zedillo en 1994: pasar de 26 ministros a sólo 11. Y no porque fueran demasiados para manejar, sino porque Zedillo tenía que liberar el camino para combatir a Salinas. Como cereza del pastel de esa reforma, vimos el enjuiciamiento de Raúl Salinas y todo lo relacionado con los magnicidios de Colosio y Ruiz Massieu. ¿Quién necesita Netflix cuando tienes una Suprema Corte tan entretenida?

LUEGO llegamos a la Décima Época, que empezó en 2011, una época que parecía prometer estabilidad, pero que terminó en abril de 2024, justo a tiempo para que la Cuarta Transformación abriera la puerta a la Undécima Época. Y aquí es donde el show realmente comienza. Con la reforma judicial del Gobierno actual, la Corte se ve obligada a adaptarse una vez más, pero ahora con un giro inesperado: a partir de 2025, los ciudadanos elegirán a los juzgadores. ¡Como si fuera un reality show judicial!

LO CURIOSO es cómo la Corte, tan acostumbrada a dictar las reglas del juego, ahora intenta frenar la discusión de la reforma activando juicios en los que, por supuesto, ellos son juez y parte. La lógica es impecable: “Si no nos gusta lo que hacen, nos suspendemos a nosotros mismos”. Pero claro, el amparo no procede contra reformas constitucionales, lo que significa que esta jugada podría llevar a algunos jueces a enfrentar juicios políticos. ¡Una chicanada digna de un final de temporada!

HABLANDO de protagonistas, no podemos olvidar a la presidenta de la Corte, Norma Piña, quien ha abrazado su rol con el entusiasmo de una actriz principal. No oculta su afinidad con el bloque conservador del país, lo cual no sorprende a nadie. Después de todo, en este teatro judicial, todos tienen un papel que desempeñar, y Piña ha demostrado ser una estrella en ascenso, defendiendo la “tiranía de toga y birrete” con la misma vehemencia con la que Zedillo reformó la Corte hace 30 años sin resistencia en contra.

ASÍ QUE, queridos lectores, mientras nos acercamos a una nueva era de la Suprema Corte, no nos queda más que esperar a ver cómo se desarrolla esta última temporada. Con elecciones de jueces al estilo “La Voz México” y el inevitable drama que vendrá, el espectáculo está garantizado. Porque si algo nos ha enseñado la historia de la Corte es que la justicia en México, además de ciega, sabe cómo mantenernos entretenidos.

@Nido_DeViboras