NIDO DE VÍBORAS

2

Por KUKULKÁN

El Poder del 86: Cuando la Aplanadora de Morena Pasa sin Frenos

NO CABE DUDA: en el Senado mexicano, el número mágico es el 86. Ya puede la oposición quejarse, retorcerse y lanzar discursos grandilocuentes, que cuando la mayoría de Morena quiere algo, ahí está el “86” como símbolo de que la aplanadora de la 4T no tiene frenos. Esta semana, el espectáculo fue la elección de Rosario Piedra Ibarra para un segundo periodo al frente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), y, como era de esperarse, la maquinaria morenista pasó por encima de los reclamos de la oposición, quienes, una vez más, se quedaron con los mismos 36 votos que apenas arañan sus aspiraciones.

A PIEDRA Ibarra la tacharon de todo: que si sus credenciales eran pobres, que si su carta de recomendación era “apócrifa” y que si, en su gestión anterior, se dedicó a ser más muda que defensora. Pero nada de eso importó. Con 87 votos —uno más del codiciado 86— Morena y aliados pasaron como tren por encima de las quejas de la derecha, de los neoliberales y de cualquier argumento razonable que se les ocurriera a los senadores de oposición. Porque para Morena, el número 86 significa “aprobado y se hace”; y, claro, los votos opositores están ahí sólo para la estadística.

ES CASI GRACIOSO (o trágico, según a quién se le pregunte) que mientras se recogían las cédulas de votación en el Senado, la oposición sacaba toda su artillería para, si no evitar, al menos hacer ruido y retrasar la reelección de Piedra. Gustavo Sánchez del PAN, por ejemplo, dijo que la CNDH debería ser autónoma, es decir, una oficina que no actúe sólo al compás de Palacio Nacional. Pero Morena, con su aplanadora activada, demostró que ni siquiera el escándalo de un debate opositor puede detener una votación ya predefinida.

DESPUÉS vino Claudia Edith Anaya, senadora del PRI, quien no se guardó nada y acusó a Piedra de haber sido la peor evaluada del proceso de selección. Dijo que, en sus años al frente de la CNDH, no emitió recomendaciones clave y que su gestión “dejó solas a las víctimas”. Pero, claro, esas palabras fueron directo al vacío. En el Senado actual, las voces de la oposición, sin el peso del dichoso 86, son como el eco en una caverna; se escuchan, pero no cambian nada.

MIENTRAS tanto, Morena y sus aliados celebraban la llegada a los 87 votos, ese dulce punto donde la aplanadora puede avanzar sin mayor resistencia, donde la oposición es un mero obstáculo decorativo y la democracia legislativa se reduce a cumplir el procedimiento sin importar las objeciones. Si esto suena exagerado, recordemos las recientes reformas y nombramientos: en cada uno, Morena ha pasado a la oposición con la fórmula ganadora del 86 y, a veces, hasta con un par de votos más, como quien le da un extra sólo para que quede claro que aquí la fuerza de la mayoría es total.

LA CNDH es un puesto clave y un símbolo. En una época donde los derechos humanos han sido tema sensible en México —con cifras alarmantes de desapariciones y abusos—, resulta irónico que la encargada de defender esos derechos sea una figura que, según sus detractores, poco o nada hizo en su primer periodo. Pero a la 4T esto parece no importarle. Los números están ahí para respaldar sus decisiones, y mientras tengan ese preciado 86, la aplanadora legislativa pasará por encima de cualquiera que no se suba a ella.

AL FINAL, esta nueva designación confirma que el número 86 en el Senado es el arma secreta de la Cuarta Transformación, el pase mágico que permite que toda iniciativa, reforma o nombramiento pase sin mayor dificultad. Los senadores de oposición bien pueden seguir argumentando, haciendo discursos y lanzando advertencias. Morena sabe que el Senado actual es suyo, que el 86 es el número clave, y que la “mayoría calificada” es mucho más que un requisito: es la carta de autorización para avanzar sin mirar atrás. Así que no, queridos opositores, aquí no hay espacio para dramatismos. La CNDH tiene nueva titular por un segundo periodo, y los derechos humanos serán defendidos según las reglas del juego de la 4T. Y para quienes aún se aferran a la idea de una CNDH autónoma, con una presidenta sin compromiso político, les tenemos una noticia: en el Senado, el 86 no sólo manda, sino que aplasta.

@Nido_DeViboras