Por KUKULKÁN
Una toma de protesta en clave de resistencia y transformación
VERACRUZ, esa tierra bendita de sones, chiles en nogada y pasiones desbordadas, vivió este domingo una jornada histórica: Rocío Nahle asumió el cargo como la primera mujer gobernadora del estado. Con ello, el sureste de México pinta su mapa político con un uniforme guinda, completando el cuarteto de gobernadoras morenistas que lideran Guerrero, Campeche y Quintana Roo. Pero, ¿cómo llegó Nahle a este podio? Pues no sin antes atravesar un pantano de lodo mediático.
SI LA POLÍTICA es un ring de boxeo, Nahle supo esquivar los golpes bajos. Durante su campaña, fue blanco de un arsenal de infamias orquestadas por una oposición que vio en ella una amenaza existencial. Televisoras y “medios nacionales” desempolvaron viejas estrategias: notas llenas de verdades a medias, cuestionamientos a su residencia –que terminaron desinflados por el Tribunal Electoral– y hasta caricaturas que la reducían a un mero peón de la Cuarta Transformación. ¿El resultado? Un golpe doble: mientras la oposición quedaba en evidencia como un club de detractores desesperados, Nahle, fiel a su estilo, no sólo resistió, sino que capitalizó el embate, llevándose un triunfo arrollador en las urnas. Al parecer, los veracruzanos saben distinguir el humo de la brisa fresca.
EL ESCENARIO de la toma de protesta fue un desfile de símbolos y palabras clave: unidad, transformación y progreso. Para empezar, durante la víspera, la Presidenta Claudia Sheinbaum realizó una gira de trabajo por la entidad para inaugurar en Orizaba un hospital pionero en salud mental, dejando claro que el proyecto del IMSS-Bienestar será uno de los pilares del gobierno federal durante el próximo sexenio. Y como si fuera una señal de relevo generacional, Sheinbaum acompañó a Nahle a su toma de protesta, describiéndola como una “mujer capaz y honrada”, lista para consolidar la llamada “Cuarta Transformación”.
ADEMÁS, con 14 gobernadores como testigos –todos de Morena, para que no quede duda de quién manda en el sur sureste–, Nahle prometió no fallar al pueblo veracruzano. ¿Cómo hacerlo, cuando tiene la responsabilidad tanto de administrar con transparencia como de representar el cambio histórico? “Soy una mujer capaz, fuerte y preparada”, declaró. Sus palabras resonaron como un eco del legado de López Obrador, pero con la promesa de un estilo propio.
EL ASCENSO de Rocío Nahle consolida a Morena como el partido hegemónico en la región sur sureste del país, un detalle que no pasa desapercibido. Este bloque, compuesto hasta ahora por cuatro gobernadoras: Layda Sansores (Campeche), Mara Lezama (Quintana Roo) y Evelyn Salgado (Guerrero), marca un cambio en el liderazgo regional y simboliza el protagonismo femenino en la política de la 4T. Todas ellas, primeras gobernadoras en sus respectivos estados, representan un quiebre con un pasado dominado por caciques y caudillos.
¿QUÉ IMPLICA este dominio para la región? Por un lado, una alineación total con los proyectos federales, como el Tren Maya, Dos Bocas y el Corredor Interoceánico. Por otro, la posibilidad de coordinar estrategias interestatales en temas clave como seguridad y desarrollo económico. Pero el desafío será evitar que la homogeneidad política se traduzca en complacencia o autoritarismo. Nahle asume el cargo en un contexto de optimismo, pero también de altas expectativas. Anunció planes para fortalecer la infraestructura vial, la seguridad y la salud. Sin embargo, el gran reto será mantener el impulso económico en un estado históricamente marcado por la desigualdad. Con una estricta disciplina financiera, busca seguir reduciendo la deuda estatal, un legado positivo del gobernador saliente, Cuitláhuac García.
NO OBSTANTE, el peso simbólico de su mandato va más allá de los números. Ser la primera mujer en gobernar Veracruz no sólo es una victoria personal, sino un recordatorio de que el estado está listo para romper moldes. Si logra cumplir con sus promesas, Nahle podría convertirse en un modelo para otras entidades colindantes donde aún gobiernan hombres y todavía ven el liderazgo femenino como una rareza.
MIENTRAS Rocío Nahle prometía no fallar, los detractores en redes sociales seguían profetizando desastres. Pero aquí está el detalle que parece escapárseles: el pueblo veracruzano ya eligió, y lo hizo en contra de una maquinaria mediática que subestimó su inteligencia. Sin duda, Veracruz entra a una nueva era, con una gobernadora que tiene tanto aliados estratégicos como enemigos declarados. Sólo el tiempo dirá si este capítulo será recordado como el inicio de una transformación profunda o como una simple anécdota más en el libro de la política mexicana. Por lo pronto, a Rocío Nahle le toca demostrar que su discurso no serán palabras al viento.