La Suprema Corte: de bastión opositor a marioneta en recesión

18

Por KUKULKÁN

HUBO un tiempo, no tan lejano, en que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) se erigía como la última línea de defensa contra el “despotismo transformador” de la 4T. Se amparaba en una toga de independencia para rechazar, una tras otra, las iniciativas de un Ejecutivo que, según ellos, oscilaba entre lo autoritario y lo improvisado. Pero, ¡oh, ironía! Cuando los reflectores de la política apuntan al Poder Judicial, su altivez se disuelve más rápido que una promesa de campaña.

LA DECISIÓN de un juzgado federal para que el Comité de Evaluación suspendiera los trabajos para la elección de sus candidatos a jueces, magistrados y ministros, no es un simple traspié administrativo; es el síntoma de un Poder Judicial al borde de la implosión. Al no revertir tal suspensión, la SCJN deja abierta la puerta para que Ejecutivo y Legislativo asuman el control del proceso. El artículo 96 de la Constitución, que parecía más una nota al pie, ahora se convierte en el as bajo la manga de los otros poderes.

IMAGINEMOS ahora la grotesca escena que la oposición ha pretendido vender obsesivamente a la opinión pública: un López Obrador sonriente, lapicero en mano, diseñando desde su retiro la terna de candidatos a ministros mientras el Legislativo y Ejecutivo le aplauden, lo que seguramente reforzará la narrativa de que en México gobierna el autoritarismo a través de un maximato. ¿Dónde quedó la independencia judicial? Enterrada bajo la montaña de contradicciones de una Corte que, con su falta de decisión, entrega en bandeja de plata su autonomía.

PERO el drama no termina ahí. En un acto que podría catalogarse como el equivalente político de una “ruptura de stock”, la SCJN también decidió aprobar varias reformas de la 4T, demostrando que cuando el agua llega al cuello, hasta los más recios saben nadar hacia la corriente. La Ley General de Bienes Nacionales, antes tachada de inconstitucional por la ministra Margarita Ríos Farjat, pasó de ser el niño problemático de la clase a convertirse en el ejemplo estrella del consenso judicial. ¿Qué pasó? ¿Epifanía constitucional o simple cálculo político?

EL MINISTRO González Alcántara Carrancá, en otro episodio de esta tragicomedia, no logró frenar la Ley sobre Precursores Químicos. La narrativa es clara: si no puedes invalidar, mejor súmate. Y si bien el ministro Alberto Pérez Dayán retiró su propuesta para la Ley de Vías Generales de Comunicación, prometió un nuevo análisis “de fondo”. Porque nada grita “urgencia” como una reforma que se debate a paso de tortuga.

ESTE cambio de actitud, donde antes había rechazo ahora hay aceptación, no es fortuito. La sombra de la Reforma Judicial, que plantea la elección de jueces y magistrados mediante voto popular, pesa más que un mazo de madera en el pleno. La SCJN parece haber adoptado la estrategia de “si no puedes con el enemigo, únete a él”, dejando atrás su mantra de la “democracia deliberativa”, ese concepto que nunca supimos si era real o sólo una excusa para bloquear cualquier propuesta con olor a 4T.

LA TRAGEDIA de esta historia es que el bloque opositor de ministros de la Suprema Corte, antaño baluarte de la división de poderes, parecen más preocupados en garantizar su bien remunerado retiro que en cumplir su mandato. Sus decisiones recientes no sólo evidencian un cambio de estrategia, sino un desesperado intento por mantener relevancia en un tablero político donde cada vez tiene menos fichas.

EL COLAPSO del Poder Judicial no se produce por falta de recursos, sino por un exceso de arrogancia y un déficit de visión. Ahora la SCJN parece estar dispuesta a bailar al son que le toquen y la toga, símbolo de justicia e imparcialidad, se convierte en un disfraz de carnaval. Una vez más, en México, el poder absoluto no necesita más enemigos que su propia debilidad.

@Nido_DeViboras