Norma Piña: Juana de Arco en la Suprema Corte 

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Norma Piña: Juana de Arco en la Suprema Corte 

Por KUKULCÁN

AHÍ ESTÁ Norma Piña, con su toga de magistrada y su espada de amparos, erguida como la última esperanza de la derecha mexicana. Una mártir en los tribunales, una guerrera del conservadurismo, la Juana de Arco de la Suprema Corte, dispuesta a resistir hasta el último fallo en su cruzada contra la transformación del país.

PERO, ¡qué tragedia! Su valentía no fue suficiente para ganarse un asiento en la conmemoración del 108 aniversario de la Constitución. Ni el Ejecutivo ni el Legislativo la invitaron. ¿Cómo pudieron olvidar a la gran defensora de la Carta Magna, a la santa protectora de los privilegios judiciales? ¿Cómo atreverse a marginar a quien ha encabezado la resistencia del Poder Judicial contra la reforma que busca democratizarlo?

JUANA de Arco lideró ejércitos contra los invasores, creyendo que era la elegida por Dios para salvar a Francia. Norma Piña, por su parte, lidera un bloque de jueces, magistrados y ministros, convencida de que es la última línea de defensa del viejo régimen. Pero mientras la doncella de Orleans luchó para expulsar a los ingleses, Piña combate contra la elección popular de jueces, tratando de impedir que el pueblo decida quién impartirá justicia.

POR ESO este miércoles 5 de febrero se quedó vestida y alborotada del festejo patrio en Santiago Querétaro. Los de la derecha pusieron el grito en el cielo. ¿Cómo se atreven a dejar fuera a su campeona, su última línea de defensa, su estandarte de resistencia? Porque, hay que decirlo, sin Piña y su ejército de jueces, magistrados y ministros aliados, la oposición estaría en una crisis aún más profunda. Sus partidos no dan una, sus liderazgos son un chiste y su única esperanza de frenar la transformación del país es el Poder Judicial. Pero ni con eso les está saliendo la jugada.

ESTA semana, la causa de Piña sufrió otro revés. Su fiel lugarteniente, el ministro Jorge Mario Pardo Rebolledo, propuso invalidar el artículo 522 de la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales (LGIPE), el cual permite a los candidatos judiciales pagar sus propios viáticos y traslados. En su lógica, esto podría dar pie a financiamientos indebidos. Pero su cruzada se topó con un muro: no alcanzó la mayoría calificada.

COMO una estratega en el campo de batalla, la ministra Lenia Batres Guadarrama desmontó el plan enemigo. Explicó que prohibir a los candidatos solventar sus gastos personales equivaldría a impedirles hacer campaña. “Es decir, no podría haber candidaturas más que vía internet”, sentenció. Y así, con una estocada de sentido común, la batalla quedó perdida para la resistencia judicial de Piña.

SI ALGO caracterizó a Juana de Arco fue su terquedad. Norma Piña tampoco cede. Desde que asumió la presidencia de la Corte, ha convertido su papel en el de una oposición activa al gobierno, intentando frenar la reforma judicial en cada oportunidad. Se niega a bajarse el sueldo al nivel de la presidenta Claudia Sheinbaum, pese a que la Constitución lo establece. Se aferra a su papel de heroína de toga y martillo, aunque su cruzada cada vez luce más desmoronada.

JUANA de Arco terminó en la hoguera, traicionada por aquellos a quienes defendía. ¿Cuál será el destino de Norma Piña? ¿Será recordada como la ministra que defendió la independencia judicial o como la operadora política que intentó dinamitar la elección de jueces para proteger intereses ajenos a la justicia? La historia, como siempre, será implacable. Y en este caso, su juicio ya está escrito.

@Nido_DeViboras